La pandemia ha afectado la salud física y emocional de la población, así como los ingresos de los últimos meses. Cerca del 70% ha manifestado que han sufrido una disminución de sus entradas y la pobreza es una situación dramática que no se experimentaba desde hace años. Además, ha afectado a segmentos importantes de la clase media, los más vulnerables.
A pesar de los esfuerzos del Gobierno y de otros sectores por ayudar a los necesitados, surgen muchas iniciativas para contribuir a asistir a los desprovistos. Las propuestas son numerosas, especialmente entre aquellos que piensan que los recursos abundan, como es la creencia entre varios parlamentarios que viven en un medio donde no se conoce la escasez.
Estudiantes y sus familias endeudados, condonar las deudas del CAE; personas con caídas de su ingreso, retirar parte de su aporte previsional son ejemplos de nuevas propuestas que han surgido a pesar del acuerdo entre el Gobierno y parte de la Oposición para el uso de recursos en los próximos años.
Pero, la situación es tan dramática que se necesita más y más, y ahora…
La más grave en este mundo con algunos parlamentarios sin escasez y en que las elecciones están cerca, es que varias propuestas tienen elementos regresivos y no contribuyen a la equidad.
El CAE es un buen ejemplo. A pesar que constituye uno de los créditos más baratos del país y el subsidio estatal es cuantioso, se solicita condonarlo por las aflicciones familiares que genera su pago, propuesta entusiasta incluso de parlamentarios de Derecha.
Olvidan que solo exige el 10% del ingreso del estudiante, la tasa de interés es bajísima y el plazo acotado, después de algunos años se condona. Además, deben pagarlo quienes están entre el 40% de más alto ingreso del país o se sumarán a este segmento cuando laboren.
En la actualidad las instituciones de Educación Superior atraviesan por una seria crisis y requieren de un reordenamiento que solo se puede superar con una revisión de las políticas que las rigen, entre las cuales están las dificultades financieras, en que los aportes estatales mediante becas y créditos solo cubren una parte del costo y los aranceles significan alrededor del 24% de sus ingresos. Las estimaciones de una condonación de los créditos CAE y del Fondo Solidario suman magnitudes que solo pueden ser afrontadas por el mundo de fantasía al que están acostumbrados algunos parlamentarios ilusos y estudiantes poco solidarios.
Otra iniciativa parlamentaria de similares características es permitir a los cotizantes de las AFP girar hasta el 10% de sus fondos previsionales, para financiar las caídas de ingresos sufridos durante la pandemia.
Argumentos a) otorgar recursos a quienes no han recibido otra ayuda; b) los fondos son de propiedad del imponente; c) se deben reponer posteriormente, sea por el interesado o por el Estado.
Si bien los fondos son del imponente, la ley establece que tienen un destino único, financiar la pensión del cotizante en un mundo en que la impaciencia y las necesidades impiden una precaución voluntaria sobre el futuro, tal como lo han demostrado los insuficientes contribuciones de los trabajadores independientes y los limitados aportes al APV. La soltada de trenzas de la propuesta no solo es de algunos parlamentarios, ya que también abarca a jueces del Poder Judicial, que se han sumado a labores legislativas impropias de sus cargos.
El rechazo provocado por la Indicación ha generado algunos salvavidas a la iniciativa original.
El economista Joseph Ramos ha propuesto que el giro de los recursos sea devuelto con un alargamiento del período de trabajo del imponente, de manera que tenga los recursos para jubilar con una pensión similar a la obtenida sin el retiro de los fondos.
José de Gregorio y J.Quiroz se inclinan por financiar el retiro a cambio de un crédito a largo plazo para reponer los fondos.
Alternativamente, se ha planteado que no se acuda a retirar fondos de las AFP, sino se otorgue a quienes no han recibido ayudas estatales un crédito especial con garantía del Estado y baja tasa de interés, que se empiece a pagar al término de las cuarentenas, cuando se recupere el empleo o la actividad productiva.
De esta manera se conservaría el sistema de capitalización individual, para aquellos que desean una pensión mayor que las financiadas por el Fisco.
Es claro que la propuesta es mucho más popular que subir progresivamente la edad de jubilar hasta los 70 años e igualar los derechos a pensionarse de mujeres y hombres
Sin embargo, la principal objeción a girar los fondos de los cotizantes es abrir la puerta a la cueva del tesoro, pues no pasaría mucho tiempo en que vendrían nuevas peticiones, bajo el fundamento que son propietarios de los fondos y se requieren para cubrir los costos de una enfermedad terminal, pagar un crédito hipotecario antes que le rematen la casa o financiar un funeral con petardos y tiros al aire de un finado querido en el barrio.
Las necesidades son infinitas, inagotables y los chilenos tan imaginativos.
Sin embargo, sería el fin del sistema de capitalización individual y la satisfacción del lema ¡NO+AFP!
Las experiencias del Perú y de Argentina son un buen ejemplo de esa experiencia y la destrucción del sistema de pensiones.
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