En 2018, las estudiantes de establecimientos educacionales y universidades salieron a las calles a exigir una educación no sexista. Esta movilización masiva, y con fuerte apoyo popular, permitió visibilizar las violencias y discriminaciones que, lamentablemente, están todavía presentes en el sistema educacional. La educación inicial es clave para terminar con esto.
La educación parvularia es un espacio privilegiado en el que niños y niñas toman consciencia de sí mismos y aprenden a socializar con otras personas desde el respeto mutuo, aprendiendo gradualmente a conocer y desarrollar sus características y atributos personales, entre ellos, su sexo e identidad de género, sus fortalezas, habilidades, apegos, intereses y preferencias.
Sin embargo, en este periodo tan importante en la vida y formación de toda persona, seguimos reproduciendo estereotipos de género que limitan el desarrollo de niñas y niños. En educación, a esto lo llamamos "currículo oculto", que es aquello que se enseña de manera implícita, a partir de la practica pedagógica cotidiana en los diferentes espacios y momentos educativos en los que niños, y niñas juegan, aprenden y se desarrollan.
Aprender a descubrir los estereotipos presentes en los procesos educativos involucra una profunda reflexión. Hace años hice mi tesis de magister sobre las imágenes que se exponen en los muros de las aulas y encontré que las representaciones de niños y niñas eran marcadamente estereotipadas. Las niñas eran mostradas como coquetas, dulces e inactivas, mientras que los niños se mostraban activos, arriba de los árboles, poderosos e inteligentes. Estos estereotipos no eran advertidos por los equipos pedagógicos, que tendían a reproducirlos inconscientemente.
En educación parvularia encontramos además una fuerte presencia femenina. El 99% de las educadoras son mujeres y esto no es casualidad. Se trata, justamente, de un patrón que reproduce un rol de género donde las mujeres somos cuidadoras, madres y nuestro lugar es el hogar, limitando nuestras perspectivas y haciendo que lo que debería ser una elección, sea una imposición social.
Educar en la igualdad significa abrir un mundo de posibilidades a todas las niñas y niños, enseñándoles desde su más temprana edad que pueden ser lo que quieran ser.
Para esto, necesitamos impulsar transformaciones profundas, que consideren a todas las personas implicadas en los procesos educativos, incentivando una reflexión sobre cómo podemos avanzar hacia una educación inclusiva y no sexista desde nuestras prácticas pedagógicas cotidianas. Es fundamental entender que las educadoras/es somos agentes pedagógicos de género, y que su socialización se inicia desde el nacimiento.
Desde la Subsecretaría de Educación Parvularia vemos con alegría y esperanza esta Primera Jornada hacia una Educación no Sexista, promovida por el Ministerio de Educación, y trabajaremos para impulsar políticas públicas que tengan como norte una educación inclusiva, que sea un espacio de desarrollo para todas las personas, sin discriminaciones ni violencias.
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