Decimos Presente… y deben (debemos) estar todas y todos

Marzo de 2023, comenzamos escuchar campanas, timbres y el paso de la lista por parte de los profesores y profesoras en las aulas de nuestro país. Lo que da comienzo a un nuevo año escolar, con intensos desafíos para las comunidades educativas, con sueños y un preponderante interés por el desarrollo integral de niñas, niños y jóvenes, que comienzan a plasmarse en su vida escolar en los distintos proyectos educativos, donde la complejidad de la interrelación de factores tanto internos como externos, además de las demandas de los propios estamentos de la comunidad educativa generan que la colaboración, cooperación y compromiso sean el deber ser y el deber sentir de estar PRESENTES por el derecho a una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos y todas, como lo indica la Agenda 2030 con el ODS4.

Entre una de las muchas preocupaciones, cómo el descenso de la matrícula, niños, niñas y jóvenes, quienes han abandonado y desertado del sistema escolar y también la baja asistencia de un proceso continuo en los aprendizajes, ha sido un diagnóstico compartido y complejo de gran dificultad de revertir durante el año 2022 y se mantiene como una problemática a enfrentar.

Los problemas emocionales, afectivos y de convivencia, incrementados por los aún vigentes contagios del COVID 19, hicieron que las instituciones educativas se vieran sobreexpuestas por una crisis social, muchas veces injustas y poco comprendidas en el rol de educación formal de las instituciones de educación. Por tanto, la escuela debe ser vista como un espacio de transformación, que cumplió un papel de catalizador, pero también sus integrantes y principalmente docentes y directivos, en dar una esperanza de confianza frente a la problemática, donde aprendían día a día en el calor del conflicto, problema y cuestionamiento, el ir ideando alternativas para asegurar la confianza y el resguardo del derecho a la educación.

Reactivarse y Revincularse con la escuela es complejo, pues se ve como una segunda oportunidad y debemos verlo como una nueva oportunidad en la trayectoria personal en el desarrollo formativo que se da en la etapa escolar. Post confinamiento y saliendo de la pandemia se redoblan y siendo necesario cuadriplicar los esfuerzos por aumentar la confianza familiar, para volver a matricular y generar una asistencia permanente y sistemática de niños, niñas y jóvenes, siendo una condición basal del proceso de aprendizaje que entrega la escuela en el proceso formativo.

Con el retorno de matrícula y asistencia ganamos todos y todas como sociedad, y debemos decir PRESENTE en un proceso de desarrollo y formación integral donde los distintos dispositivos del Estado, (además del mundo privado) deben dar la respuesta a la necesidad emergente y urgente de los niños, niñas y jóvenes. A su vez, el desafío es mayor, pues debemos dar participación real y vinculante de generar Proyectos Educativos Institucionales, que den identidad, confianza y permanencia de toda y sin distinción de las comunidades educativas, con una vinculación multidireccional con el territorio. La nueva oportunidad educativa, que se genera con matrícula, asistencia y participación, fundará pilares fundamentales para un acceso de igualdad frente al derecho a la educación, pero con la debida equidad de oportunidades en la formación de ciudadanos y ciudadanas desde el presente.

Frente a este reto debemos situarlo como una cuestión de país, no solo en la sensibilización de la importancia educativa, sino como una responsabilidad en la fe pública, de la importancia de las instituciones educativas y la diversidad de proyectos que alberguen necesidades, intereses y confianzas para un sistema educativo integral y complejo. Indicaciones y llamados puede haber muchos, pero los apoyos deben ser mayores, confiar es imprescindible en los profesionales de la educación y sus estamentos, con el rol y las funciones que cada uno distribuye para la consecución del proceso y la trayectoria que las comunidades necesitan. Debemos decir PRESENTE, en la cooperación y colaboración por revincularse al sistema con soluciones y propuestas, respetando la autonomía de los centros educativos en la reactivación.

La autonomía educativa, en vista de cómo dejar actuar en sentido, contexto y situación a las comunidades educativas, entregando la determinación de políticas que lleguen a la solución del problema y a la respuesta de los desafíos. Una autonomía de acompañamiento en la participación y pertinencia de las medidas para que cada comunidad con gobernanza pueda dar respuesta a la complejidad de la situación diagnosticada. Las y los docentes, acompañados y liderados por los equipos directivos, apoyados por familias y con la participación y disposición de los estudiantes a desafiar la educación y la sociedad en los sueños colectivos de un mundo mejor. Son esas comunidades educativas, que innovan y no solo tienen preguntas e indagan por sus respuestas, sino que no dejar de creer con temores e incertidumbre que una educación de calidad es lo se necesita para dar paz, democracia y justicia social.

Frente a esto, el desafío es social y no solo de la institución educativa, desde la política pública se debe dar una respuesta, frente a la flexibilidad de las modalidades de la educación para que se genere una educación para todos y todas, empero con la colaboración y los aportes de recursos (integrales) necesarios para que decir PRESENTE en la Reactivación Integral, no solo sea testimonial, sino más bien como un garante, protector y defensor del derecho a la educación.

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