Co-escrita con Humberto Prado Castillo, vicerrector de Postgrado Universidad de Santiago de Chile.
Para nadie es un misterio el profundo cambio experimentado en los últimos años en materia de Educación Superior en el país. Luego de décadas de un crecimiento exponencial en el número de instituciones dedicadas a la enseñanza universitaria y técnico profesional, las cifras daban cuenta de un sistema que requería de un ajuste: de 42 instituciones sin acreditación al 2019, de las cuales 25 debieron cerrar al no ser capaces de enfrentar la normativa de acreditación vigente.
En este contexto, y a pocas semanas de la entrada en vigor de los nuevos criterios y estándares de acreditación para las instituciones de Educación Superior, existe consenso en cuanto a que el nuevo modelo es un avance significativo y sustantivo para el sector, por diversas razones. Primero, porque el marco regulatorio acogió las inquietudes y planteamientos de diversos actores, que potenciaron y mejoraron el documento inicial. Segundo, y no menor, porque busca consolidar una cultura permanente de autorregulación y aseguramiento continuo de la calidad, de forma transversal en cada una de las instituciones acreditadas.
Recientemente, nuestra universidad fue anfitriona del encuentro organizado por la Comisión de Postgrado del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (Cruch), en el que más de 200 asistentes pudieron interiorizarse sobre la nueva normativa con exposiciones realizadas por el presidente de CNA Chile, Dr. Andrés Bernasconi, y su equipo. Además, la ocasión permitió dar a conocer los énfasis en materia de vinculación con el medio y la internacionalización como parte del proceso de desarrollo de los programas de postgrado, y también plantear -por cierto- la necesidad de mantener estos espacios de conversación, necesarios en un sistema que promueve la mejora continua. El encuentro se realizó en el Centro de Estudios de Postgrado y Educación Continua de la Universidad de Santiago.
Respecto a la acreditación de programas de magíster, doctorado y especialidades médicas, resulta crucial destacar la dedicación y el compromiso institucional que se está invirtiendo para consolidar y seguir avanzando en la calidad de los postgrados. En el contexto de la Universidad de Santiago de Chile hemos visto los frutos del trabajo pionero realizado en 2018 con la creación de la Vicerrectoría de Postgrado que, en colaboración con la Dirección de Aseguramiento de la Calidad y Acreditación de Prorrectoría, han permitido dar seguimiento y generar los apoyos necesarios para fortalecer nuestros postgrados, sentando una sólida base para la adopción de los nuevos criterios de calidad.
La sinergia que se produce en estos momentos también nos permite proyectar el fortalecimiento del trabajo colaborativo entre instituciones de Educación Superior, para -por ejemplo- conformar programas de postgrado en conjunto, aprovechando las fortalezas de cada Institución podemos formular programas que dejarían de ser exclusivos de una sola universidad, y que irían en directo beneficio de una formación mucho más enriquecedora y diversa para el estudiantado.
La claridad y certidumbre que proyecta la publicación de los nuevos criterios y estándares de acreditación establece un importante desafío para todas las organizaciones de Educación Superior. La autorregulación surge entonces como una de las piedras angulares del nuevo proceso. En la Universidad de Santiago de Chile lo sabemos y por ello estamos convencidos que el diseño, implementación y evaluación sistemática de nuestros procesos permitirá asegurar nuestra calidad y potenciar nuestra colaboración con otras instituciones.
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