Las universidades en Chile han jugado un rol protagónico en los cambios socio-culturales de nuestra sociedad, y hoy, nuevamente son el centro neurálgico a través del movimiento feminista, que busca (de una vez por todas) la instauración de una educación no sexista y con ello, formar a los nuevos profesionales del futuro libres de prejuicios y con una mentalidad de trato justo e igualitario. Un cambio notoriamente urgente y necesario.
Este año, 15 de las 27 universidades del CRUCH (Consejo de Rectores de Universidades de Chile, la instancia más alta en cuanto a representación universitaria), han sostenido, o tienen procesos de elección de rector, algo equivalente a Primer Ministro o Presidente, si homologamos una universidad con una nación.
¿Cómo afecta esto a los cambios presentes y cómo podría alterar el futuro de una movilización necesaria? Veamos.
En primer lugar, se tiene que la relación de estudiantes/rector en las universidades del CRUCH no es homóloga. Las diferencias radican principalmente en la orgánica de cada una y en algunos casos, los estudiantes y funcionarios ni siquiera tienen representación en los "Consejos Superiores" o instancias paralelas. La importancia de esta representación radica en que en tales consejos se toman las decisiones importantes y cruciales para el destino de las universidades. Esto deja entrever otra problemática ¿Cómo han abordado las universidades el asunto de la triestamentalidad?
Para el movimiento feminista, esto es vital, ya que de ahí se podrían coaccionar las acciones de las estudiantes. La posición de cada rector dentro de sus consejos respectivos y frente al movimiento (ya sea pasivo, reactivo, contrario o a favor), podría cambiar el destino de la inclusión de la educación no sexista.
En segundo lugar, las universidades que se encuentran movilizadas, no lo hace por capricho, ni por revancha, ni por perder clases. Tienen petitorios claros y precisos por parte sus estudiantes.
La figura de cada rector es desequilibrante al momento de salir a la luz pública y generar opinión. Se pueden leer comunicados o columnas, "tenemos controlado el tema del acoso" y con ello, dan por zanjado el tema cuando muchas veces sólo se han limitado a promulgar decretos internos que levantan "protocolos" o "manuales de acción".
Para quienes vemos el movimiento de cerca, estas decisiones resultan ser medidas paliativas o meras "aspirinas". La razón es simple, no sancionan. En palabras simples, son compromisos de "seguir los conductos regulares".
En tercer lugar, un rector que demuestre liderazgo podría actuar de forma visionaria y acordar en conjunto, la adopción progresiva de un sistema de aprendizaje basado en la apertura a una educación no sexista, partiendo con construir una Unidad de Asuntos de Género. Eso sí es un compromiso.
Tal unidad podría hacerse cargo de actualizar al cuerpo docente en materia de inclusión y cambios de lenguaje y de esa forma avanzar en el traspaso de conocimientos dejando obsoletos a comentarios o conductas de acoso.
Con el tiempo, la evolución correcta de estas unidades debiera ser en departamentos facultados en impartir cursos obligatorios dentro de las mallas curriculares y de esa forma cambiar la percepción de los futuros profesionales y, por ende, cumplir con el rol principal de las universidades, contribuir con el desarrollo del entorno - social e intelectual - no sólo de “vomitar” profesionales a la sociedad.
¿Y qué tal una Vicerrectoría de Asuntos de Género? Para ello, se requiere alto sentido crítico, altura de miras y un compromiso único con la educación. Pero aparece la pregunta, los actuales rectores y los que vienen o se mantienen ¿tienen ese perfil?
Un sistema de educación superior basado en la competencia (atracción de más estudiantes = atracción de recursos), y donde las palabras "innovación y emprendimiento" parecieran ser regla, un giro de timón como una Vicerrectoría de Asuntos de Genero, parece locura.
Sin embargo, es una decisión tan importante y necesaria que, en un futuro no muy distante, recordaremos a quienes tomaron el primer paso e institucionalizaron el problema haciéndose cargo. Nadie recordará quienes llegaron al final con un mero protocolo en la mano.
Este año, tendremos 15 de las 27 universidades del CRUCH con un rector comenzando un nuevo período, ¿están las rectorías actuales y futuras a la altura de los tiempos de cambio?
Volveremos en diciembre a realizar esta pregunta y veremos quien fue visionario y quien se quedó en el camino.
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