En la última columna publicada en este medio, manifestábamos nuestra preocupación que durante el desarrollo de la Eurocopa en Francia, no se realizaran atentados que lamentar por parte de ISIS. Y si bien el magno evento futbolístico se desarrolló sin mayores incidentes (salvo los casos de las barras bravas), los aspectos a la seguridad estrictamente referidos a la Eurocopa funcionaron. Fue por ello, que los estrechones de mano entre las autoridades se hicieron una constante ante el exitoso desarrollo del evento, pero lo cierto es que el terrorismo no conoce tiempo, lugar, ni forma y esto es lo que lo hace tan impredecible para cualquier agencia de seguridad. Bastaron sólo cuatro días una vez terminada la Eurocopa, para que se dejara mostrar su cara más cruel.
Para el momento en que se escriben estas líneas, ISIS no ha reivindicado oficialmente el ataque que dejó al menos 83 muertos y un centenar de heridos en Niza, pero las redes sociales afines a este grupo ya festinan por este nuevo atentado, y todo parece indicar que es sólo cuestión de tiempo a que se lance un comunicado reivindicando la autoría.
Ocupar este espacio para revisar sólo el atentado resultará poco útil, ya que los medios de prensa podrán hacer esto mucho mejor, y más detalladamente que quien les escribe. Sin embargo, sería de más utilidad poner algunos elementos en contexto para comprender de mejor forma lo que estamos viendo en Francia y lo que está ocurriendo con el terrorismo de ISIS. Y para esto, tenemos que dirigirnos principalmente al Oriente Medio.
Pero antes de ello, primero deberíamos tomar en consideración la declaración del presidente François Hollande que el pasado miércoles anunció que Francia volvería a desplegar al portaaviones Charles de Gaulle en la retoma a la ciudad iraquí de Mosul.Esta ciudad fue retomada hace poco por las fuerzas iraquíes, aunque allí ISIS aún mantiene militantes activos. La llegada del portaaviones viene a reforzar la presencia occidental - y particularmente francesa - en la coalición liderada por Estados Unidos, dándole a París un lugar preponderante en la primera línea en la batalla contra los terroristas. Probablemente el ataque - de ser reivindicado por ISIS - se podría considerar como una represalia a la actitud del gobierno francés.
También se dio el caso de la muerte del checheno Abu Omar al-Shishani, quien era considerado como el "Ministro de Guerra" de ISIS y responsable de tener bajo su mando a cientos de combatientes de las ex-repúblicas soviéticas. Su muerte en el distrito iraquí de Shirqat, al sur de Mosul, golpeó de una forma indeterminada a ISIS, ya que el checheno tuvo una especial relevancia en la internación de combatientes a Irak, los cuales provenían de Europa Oriental.
En los últimos días de junio y los primeros de julio, ISIS reivindicó ataques en el aeropuerto de Estambul, Turquía; un café frecuentado por turistas en Bangladesh y otros ataques de diversa consideración en las ciudades saudíes de Yedá, Qatif y Medina, esta última ciudad considerada como un lugar sagrado para los musulmanes.
ISIS demostró un poder aún más letal en Bagdad (con casi 300 muertos en un sólo ataque) y en los últimos días ha estado apuntando crecientemente a objetivos chiíes en Balad, a pocos kilómetros de la capital iraquí. Es más, durante el Ramadán algunos informes sugerían que militantes de ISIS planeaban hacer un ataque en 50 objetivos entre Teherán y otras ciudades iraníes.
La república de los ayatolás cuenta con un riguroso aparato de seguridad, pero no está exenta de eventuales ataques. Y de realizarse, sería un elemento francamente preocupante para la estabilidad regional, ya que reavivaría diferencias sectarias ante las acusaciones iraníes de que las monarquías suníes del golfo apoyan las actividades de ISIS.
Tomando todo en consideración, con estos hechos ISIS está demostrando que más allá de sus recientes pérdidas en Palmira y Mosul, sigue teniendo una influencia y un poder considerable entre sus militantes, pudiendo generar estragos, como ya lo demostraron en otras latitudes del orbe.
Anteriormente esta tendencia la definimos como un proceso de "Al-qaedización", en el sentido de que ISIS parece cambiar la lógica en sus actividades, donde se apuesta más por la regionalización de sus acciones ante el agobio de los ataques de Rusia y occidente.
Y en efecto la llave, o más bien, una de las llaves para la contención de ISIS, estará en los acuerdos ruso-estadounidenses recientemente celebrados en Moscú. Sin embargo, tanto su ejecución como sus plazos no parecen despertar mucho optimismo en los círculos diplomáticos estadounidenses. Entre otras cosas, porque siguen persistiendo diferencias a la hora de hablar sobre una transición política en Siria, y cuando llegue ese momento, los acuerdos que hoy parecen prosperar, pueden entorpecer futuros acercamientos.
Las señales que ha dado Washington y la OTAN por incrementar su presencia en Europa Oriental, comprensiblemente no son bien recibidas por Rusia, y poco ayudarán en un momento en el que se requiere una mayor confianza en las relaciones ruso-estadounidenses ante la situación en Siria, y la actividad de ISIS en esas latitudes.
En este sentido, queda esperar si los acercamientos entre Washington y Moscú resultaron realmente fructíferos o si la incertidumbre de los franceses de ayer en París o de hoy en Niza, seguirá latente ante la imposibilidad de contener el terrorismo de ISIS.
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