Durante las últimas semanas hemos sido testigos de la implementación de una de las más crudas, insensibles e inmorales campañas de propaganda falsa en Chile.
Utilizando el trasfondo emocional colectivo de la pandemia mundial, las entidades palestinas en Chile y sus corifeos (desde canales de TV abierta, hasta el Congreso Nacional), han iniciado una campaña de slogans, datos falsos y lecturas erróneas, que incluso pretenden votar como Senado, con el único fin de socavar las relaciones entre Chile e Israel. Desde la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Chile se presenta un Proyecto de Acuerdo que implica pedirle al presidente Piñera que exija a Israel vacunar a toda la población palestina, basándose en la 4ª Convención de Ginebra de 1949, que establece que la responsabilidad sanitaria del ocupado debe ser cubierta por el ocupante.
Lo que los senadores que respaldan esta misiva pretenden ignorar es que los acuerdos firmados entre las partes en 1993 (Oslo) se sobreponen a esto, tanto en teoría como en práctica. Nace la Autoridad Nacional Palestina (ANP), ejercen soberanía efectiva en ciertos territorios y, entre muchas otras cosas, se hacen responsables de su propio sistema de salud (incluyendo la vacunación de su población), siendo esto efectivo por ya sobre 25 años.
Resulta verdaderamente sorprendente que senadores chilenos sean capaces de impulsar medidas a conciencia de la base morosa de criterio. Sin ir más lejos, su postura hace imposible no relacionarla con el reciente litigio en La Haya entre Chile y Bolivia, donde la defensa chilena basó su estrategia en un acuerdo firmado entre las partes en 1904, mientras Bolivia ignoraba su legitimidad. Si la Corte Penal Internacional hubiese seguido la lógica de la Comisión de RR.EE del Senado, Chile hubiese perdido el juicio.
Afortunadamente para todos (y en especial para la población palestina), la verdad está lejos del Congreso de Chile y lejos de las organizaciones radicales de palestinos chilenos. En una muestra de total autonomía, la ANP (4,6 millones de habitantes) ha aprobado la compra de 4,5 millones de vacunas de Pfizer y Sputnik por sobre 27 millones de dólares, además, ya se realizó la transacción para recibir otros 2 millones de dosis de AstraZeneca.
Estas se suman a las ya 37 mil dosis de Pfizer y 10 mil de Spudnik recibidas mediante el sistema COVAX de la OMS y otras 5 mil donadas por Israel, con las que se vacunó a todo el personal gubernamental palestino.
La verdad, es que los Acuerdos de Oslo no sólo propiciaron la autonomía sanitaria palestina, sino también la cooperación con Israel, que permitió la vacunación total de los 100 mil palestinos que trabajan en Israel a diario, sumado a la capacitación del personal médico palestino desde el comienzo de la pandemia. La situación palestina frente al coronavirus no es peor que la chilena, la tasa de contagios, la cifra de enfermos graves y de fallecidos es inferior en proporción a la población. Los índices de pobreza de Cisjordania son similares a los de Perú o Bolivia, y considerablemente inferiores a los de nuestros vecinos argentinos este año.
Los senadores Chahuán, Moreira, Letelier y Navarro debiesen avergonzarse. Tal vez aún no se dan cuenta que buscan ayudar a un Estado que no necesita ollas comunes para comer, desde un Estado que sí lo hace. O peor aún, quizás si se dan cuenta.
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