Un futuro común

¿Existe una edad correcta para explicarle a un niño el significado del odio? Es la pregunta que ha dado vueltas en mi cabeza hace días.

Todo partió de un hallazgo fortuito, un video de reproducción automática en Facebook, algo que le ocurre a la mayoría de ustedes cotidianamente.

Era el video de un acto de graduación en un jardín infantil, niños realizando coreografías en un amplio salón, frente a un lienzo con dos caricaturas alegres, globos y coloridas decoraciones. Un jardín de niños como cualquiera, sólo que era en el barrio de Zeitún, Franja de Gaza. La tierra gobernada por el grupo terrorista Hamas.

Acto Primero. Un niño de unos 9 años, con una bufanda palestina en su cuello, gritando al micrófono: “hoy es la voz de nuestros combatientes la que se oirá”. Otros niños de entre 5 y 6 años, vestidos en uniformes militares con cintillos yihadistas y rifles de plástico en sus manos, se unen a la puesta en escena.

La escena representada es una invasión a Israel, los niños imitan a un primer batallón que asesina al compañerito disfrazado de soldado israelí, mientras el enviado señala, con su mano izquierda, a los otros niños, que ya es seguro continuar.Tras atravesar el portón de utilería blanda, regresan con otro niño, disfrazado de soldado israelí como prisionero.

¡La misión es un éxito, se ha concretado el secuestro! Los padres y espectadores aplauden.

Acto segundo.Los niños imitan lanzamiento de cohetes contra Israel, un tubo en 45 grados y cada uno en su posición, ingresan el proyectil y los efectos de sonido hacen el resto.  Luego, los niños colocan una caja, simulando un artefacto explosivo, bajo un tanque de utilería decorado con la bandera israelí.

Para finalizar, un niño con su rostro cubierto hace mímicas doblando una grabación de un discurso de guerra del líder de la Yihad Islámica.

Vivo a menos de 50 kilómetros de ellos, ¿cómo podemos ser tan diferentes? La pregunta me retumba, una y otra vez .

Hace solo meses, mi hijo se graduó de un jardín de niños en Israel, y el acto terminó con los niños entonando la famosísima “Shir laShalom” (Canción por la paz).

Confieso que hay temas que siendo padre en Israel es difícil enfrentar, el odio es uno de estos temas.
He evitado una y otra vez, tras cada conflicto, cada misil y cada sirena, explicarle a mi hijo que hay gente que nos odia, que ataca a nuestra población civil.

Él es lo suficientemente grande como para entender el concepto básico de una guerra, un conflicto entre ejércitos, el soldado y su arma, como cualquier niño de su edad, en cualquier país, pero entender el concepto de terrorismo, o el odio mismo a nuestro pueblo y al Estado de Israel, es demasiado a mi criterio.

No hay respuestas simples y ajustables al concepto de vida de un niño de su edad que puedan hacerle entender el extremismo religioso y político. A veces ni yo puedo comprenderlo, escapa del concepto de raciocinio que aprendí en Chile. El odio no es parte de nuestra cultura, nunca lo ha sido y espero que nunca lo sea.

Afortunadamente encuentro la cordura dentro de las fronteras de Israel, en el registro de un documentalista canadiense que dedica su vida a indagar el conflicto entre la gente, árabes y judíos, israelíes y palestinos. Se llama Corey Gil-Schuster y dirige un proyecto llamado “The Ask Project”, recolectando preguntas de todos los rincones del mundo y obteniendo respuestas en la calle.

En su último reportaje, preguntaba a árabes israelíes “¿qué tienen en común con los judíos?” La respuesta me tomó por sorpresa, esperaba oír críticas y lamentos, sin embargo, todos los entrevistados convergieron en una respuesta: “Un futuro común”.

Si  se detuviera la reproducción axiológica del odio, si nuestros vecinos fuesen capaces de imaginar un futuro propio en lugar de fantasear con la destrucción del nuestro, quizás sería posible pensar en "un futuro común" y propio para dos Estados.

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