Y al octavo mes resucitó

El pasado 1 de octubre, el entonces secretario general del Partido Socialista Obrero Español,  Pedro Sánchez, tiraba el guante y se despedía del más alto cargo de su colectividad y  de la escena parlamentaria acosado por la vieja guardia , encabezada por los ex Presidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero.

Los “barones” le quitaban su apoyo y le afeaban públicamente dos derrotas electorales, con una merma de 6 millones de votos,  y el fallido intento por sacar de la presidencia  a Mariano Rajoy, con el apoyo de Podemos, la tercera fuerza política y con marcado tinte populista de izquierda.

La abstención de un grupo importante de parlamentarios socialistas a la moción de censura promovida por Sánchez fue una puñalada que precipitó su caída en desgracia.

Ocho meses después, Pedro Sánchez, al que se consideraba en su propio partido como un cadáver político , ha regresado a la Secretaría General del PSOE con muestras de salud  envidiable gracias a una campaña de puerta a puerta que la militancia más alejada de los viejos dirigentes socialistas le han agradecido con  su voto.

Pedro Sánchez se impuso con rotundidad a los otros  candidatos. Con el cincuenta por ciento de los votos superó en más de diez puntos a Susana Díaz, presidenta de la Comunidad de Andalucía y apoyada por el aparato del partido, y  al ex lendakari, presidente del País Vasco, Patxi López, que representaba el concenso.

El triunfo del empecinado economista madrileño de 44 años, ex baloncestista, ha enmudecido a los líderes históricos y a la clase política que teme que sus ideas escoradas a la izquierda pueden  desencadenar el naufragio de un partido que ha jugado un papel importante en la democracia posfranquista.

Hay que añadir que la candidatura de Pedro Sánchez a la secretaria general de PSOE ha tenido que sortear los ataques furibundos de los medios de comunicación españoles más influyentes para quienes el carismático líder resulta errático en asuntos hoy esenciales. E incluso vaticinan el hundimiento del socialismo si se deja arrastrar por  la marea que ha desencadenado la irrupción de Podemos.

Un ejemplo. Para el diario El País  “ la victoria de Sánchez no es ajena al contexto político de crisis de la democracia representativa, en el que se imponen con suma facilidad la demagogia, las falsas verdades y las promesas de imposible cumplimiento”.

¿Cuáles son esas promesas del cuestionado secretario general de PSOE  que han puesto al borde del ataque de nervios a sus detractores?

En primer lugar, combatir la corrupción, teniendo como objetivo prioritario sacar del gobierno a Mariano Rajoy, al que considera responsable del entramado que ha permitido la financiación ilegal del Partido Popular y por el que están procesados ex altos cargos de esa entidad  y que cubre con un manto de dudas a notables jerarcas. Rajoy ha sido citado a declarar como testigo en una de esas causas.  ¿Qué es lo que preocupa a la clase política? Que Sánchez busque la alianza con Podemos para sacar de la Moncloa a Mariano Rajoy.

Apenas se consolidó el triunfo de Pedro Sánchez, un dirigente de Podemos ha ofrecido retirar  la moción de censura que presentaron en el Congreso para que el dirigente socialista presente la suya y así unirse para acabar con el reinado del Partido Popular.

La posibilidad de que esta alianza PSOE-PODEMOS se consolide es interpretada como un suicidio que debe evitarse si o sí.

En momentos en que el independentismo catalán saca pecho, tampoco convence  a los enemigos de Sánchez la idea de una España federal que contemple a toda la diversidad territorial. Definir al país como una nación de naciones, con única soberanía y por tanto indivisible.

Los esfuerzos de Sánchez para distanciarse en este asunto con Podemos resultan por ahora infructuosos. Su tarea  ahora es convencer que su postura ante el nacionalismo desmadrado es una propuesta válida.

Otra batalla no fácil que le espera al resucitado líder es la que la librará de inmediato  en el  dividido entramado de su partido.

Tras ganar  las primarias le espera  la elección de delegados del 39 congreso del PSOE que se encargarán de votar los órganos de gobierno del partido, el comité ejecutivo  y el comité federal.

Lo que defenderá el  máximo dirigente socialista es que el voto de la militancia sea tomado en cuenta ya que cree que es la única forma de reconstruir la unidad  del PSOE. Su postulado es combinar  democracia representativa con la participativa.

Mientras algunos ya han firmado el acta de defunción del socialismo en Europa, los militantes que aún conservan la esperanza de cambio  deberían  dar un margen de confianza a un político que si bien en el pasado reciente  se ha equivocado en cuanto a estrategias trae  ilusión a una sociedad desencantada.

Los recortes en salud, educación, vivienda, pensiones, el trabajo precario y mal remunerado y el desempleo requieren respuestas contundentes.

Aunque algunos socialistas de viejo cuño y otros que ven los toros desde fuera del ruedo piensen que poner hoy la puntilla en esos asuntos es un imposible, pura demagogia  y populismo.

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