¿Castrar o no castrar?

Pablo Gómez Muñoz

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¡Yo no voy a castrar a mi perro! Esta aseveración resulta frecuente cada vez que los veterinarios sugerimos esterilizar mascotas; sobre todo perros, más aún machos... Resulta que esta sugerencia no nace de un ideal subjetivo, más bien, tiene justificación. Por ello, intentaré ofrecer herramientas que faciliten la toma de decisión al momento de considerar este procedimiento médico.

Primero expliquemos de qué se trata. La esterilización es un procedimiento quirúrgico que, si se lleva a cabo por profesionales capacitados y con una infraestructura preparada, resulta de baja complejidad. Consiste en extirpar los testículos en el caso de los machos y los ovarios (a veces también el útero) en el caso de las hembras. Este procedimiento ofrece muchos beneficios, que intentaré resumir en tres grandes grupos: médicos, sociales y conductuales.

Beneficios médicos: resulta evidente que distintos tipos de enfermedades que afectan directamente a los órganos reproductivos no se van a generar. Además, una esterilización temprana en hembras puede reducir la probabilidad de que se produzcan en el futuro tumores mamarios y en machos enfermedades asociadas a la próstata. Por último, también se previenen enfermedades de transmisión sexual en perros y en gatos, además de otras asociadas a la costumbre de buscar pareja sexual. Es buen momento para desmitificar que las hembras deben tener al menos un celo o una camada antes de esterilizarse; sin embargo, existen ciertas condiciones que vale la pena consultar con su veterinario.

Beneficios conductuales: Existen conductas naturales para nuestras mascotas, pero inapropiadas para las familias, que son la mayoría de las que debemos resolver como especialistas en comportamiento. Aquí es donde la esterilización temprana puede ofrecer algunas soluciones, porque sin el estímulo hormonal es muy probable que no aparezcan conductas que se originan debido a la presencia de hormonas sexuales en la adolescencia (entre los 6 y 9 meses de edad), como el marcaje con orina, la dominancia sexual, las montas no deseadas, la agresividad territorial, etc. Si castramos después de la adolescencia, puede que desaparezcan (con mucha suerte), puede que se reduzcan, o puede que no cambien en lo absoluto; entonces, además de la castración, tendremos que realizar modificaciones conductuales.

Beneficios sociales: En Chile, como en muchos países, se están llevando a cabo grandes esfuerzos por reducir la población de animales en las calles, y si bien la educación de la ciudadanía es en definitiva lo que dará la solución, la esterilización es fundamental para conseguir nuestros objetivos. Las mascotas en las calles transmiten enfermedades, entre ellas y hacia nosotros, generan jaurías que atacan personas u otros animales, atraviesan calles generando accidentes, etc. Nuestra decisión de esterilizar o no puede ubicarnos como parte del problema o de la solución.

Para finalizar me gustaría hacer una reflexión a raíz del argumento más importante que me presentan algunos tutores para no esterilizar a sus mascotas: "Cortarles una parte de ellos es ir en contra de su naturaleza". Lo natural es que recorran grandes distancias, capturen presas, marquen con orina, se organicen entre ellos para defender, coman productos de la naturaleza y no el alimento seco que les ofrecemos, etc. Sería un acto de total crueldad y descriterio esterilizar a este animal que describo, pero la mascota que vive en la ciudad no es éste. Como sociedad ya elegimos alejarlos de lo natural por nuestro beneficio propio, es hipócrita esperar que por no castrar ellos vuelvan a vivir de manera natural.

Si bien en el contexto social actual soy un defensor de la esterilización de mascotas, no es mi interés convencerlos, pero sí que reflexionen sobre estas ideas y luego tomen la mejor decisión para sus mejores amigos. Yo creo que esterilizarlos es un gesto de amor.