Televisión, ¿dónde están los límites de lo aceptable?

Verónica Rabb
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Hace días que somos testigos de cómo un programa de televisión abierta tiene entre sus invitados a conocidos influencers de la derecha dura para hablar de la crisis social que se vive en Chile. Teresa Marinovic, Mauricio Rojas, Camila Flores y Hermógenes Pérez de Arce son algunos de los nombres que han abordado la crisis social junto a panelistas y conductores. Este último, sorprendió en programa de TV con declaraciones como, "los derechos humanos no se violaron sistemáticamente en Dictadura" o "en este momento los derechos humanos no son lo más importante". Dichos que han llamado la atención en la opinión pública, pero que a la larga pasan colados en la vorágine de los cuarenta y tantos días que el país ha estado convulsionado.

Las frases molestaron a todos los panelistas y la conductora del programa le pidió que se retirara del estudio.

"¿Cómo no me voy a retirar si he sido censurado", respondió Pérez de Arce antes de abandonar el set de televisión.

Tras el episodio, el ex diputado del extinto Partido Nacional, recurrió a representantes del partido de ultra derecha Fuerza Nacional, liderado por el abogado de los reos de Punta Peuco, Raúl Meza, para presentar una denuncia en contra del matinal ante el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) asegurando que durante el programa se cometió un acto "arbitrario, anti democrático y discriminatorio". Asimismo, Pérez de Arce interpuso una demanda civil en contra de la animadora del programa apelando nada más ni nada menos que la Ley Zamudio.

Lo anterior, algo revela. Primero, al parecer la televisión no tiene límites para conseguir rating barato al invitar a sentarse a una mesa a un ciudadano que con sus declaraciones pasa por sobre la historia, confundiendo libre expresión con negacionismo.

Convengamos que una cosa es relativizar hechos y otra muy distinta es negar de plano la verdad absoluta de la historia, que ha sido ampliamente estudiada e investigada. 

Y segundo que un canal de televisión declare que ‘tiene un compromiso con la libertad de expresión y el pluralismo, que apunta a darle cabida a todas las opiniones en un ambiente de respeto y amistad cívica’ ¿también incluirá entonces a neonazis chilenos, grupos que atacan la diversidad sexual, grupos que no reconocen derechos de mujeres y así sumar y seguir?

No se trata meramente de un punto de vista distinto, que por cierto puede existir. Lo que aquí hay es claramente es una aprobación extrema de las violaciones a los Derechos Humanos inaceptable, que debería estar concebida como un delito y ser sancionada penalmente como tal.

El negacionismo no ha desaparecido el problema ni Chile se ha dotado de los instrumentos legales que se necesita para combatirlo. En diciembre del 2018 un proyecto presentado por la diputada del Partido Comunista y presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados Carmen Hertz, en cuya comisión aprobó en primera instancia, propuso se castigase el negacionismo con cárcel para quien justifique violaciones a DD.HH. cometidas en el régimen militar. Como era de esperar, el proyecto no prosperó, y nuevamente quedó durmiendo en los intramuros del Congreso. 

Más allá de reportajes esporádicos y caras compungidas, la televisión se alinea a diario, por acción u omisión con quienes defienden, usufructúan y aplauden períodos donde se torturó sistemáticamente. Ese hecho bien vale para dedicar un tiempo y exponer el desastre de línea editorial que muestra la televisión chilena.

Si Chile despertó ¿por qué no despierta la televisión? o mejor aún, si no lo hace por si sola ¿quién podría “ayudarla” a despertar?

Los congresistas se atreven a aprobar una ley que condena los saqueos, pero no tramitan con la misma urgencia una ley que condena el negacionismo. Ya saben, por ahí va.

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