Desde el 18 de octubre de 2019, con el mal llamado "estallido social" que sacudió los cimientos de nuestra democracia, Chile se encuentra inmerso en un mar de incertidumbre, con una serie de reiteradas señales políticas erráticas que están llevando a nuestro país a la peor crisis política y económica de los últimos 50 años.
Tras el retorno a la democracia y desde 1990 en adelante, Chile se transformó en un modelo de estabilidad dentro de Latinoamérica, siendo uno de los países de la región con mejores tasas de crecimiento. Logramos reducir la pobreza de 38,6% a 8,5% en 2017; el ingreso promedio se duplicó, con un PIB per cápita que aumentó de US$2.494 en 1990 a US$15.888 en 2018; y una bolsa de valores que presentó un desarrollo histórico.
No obstante, tras años de estabilidad y prosperidad, hemos sido testigos de una serie de señales de alerta que nos hacen prever un futuro político, social y económico complejo. A mediados de octubre, el Banco Central informó de una histórica alza de la tasa de interés referencial, situándose en 2,75%, esto para intentar frenar una inflación anual que ha alcanzado 6,0% y el IPC que alcanzó su mayor nivel en 13 años.
A esta situación se suma la salida de capitales, que alcanzó un total de US$50 mil millones en los últimos 24 meses, la cifra más alta de los últimos 10 años, salida de recursos hacia el exterior que los expertos explican debido a la incertidumbre política, económica e institucional del país. Por si fuera poco, hace algunos días la Bolsa de Santiago anotó la caída más alta a nivel mundial, siendo el peso chileno una de las monedas que más se ha devaluado durante este año.
Todas estas señales de inestabilidad afectan profundamente la inversión y se relacionan con algunas de las siguientes variables. Primero, se instaló en Chile un proceso constituyente cuya misión es redactar una nueva Constitución, sin embargo, sondeos como la encuesta Cadem señalan que la confianza en este órgano ha disminuido, por lo que se avizora un complejo escenario de aprobación para una Carta Magna que incluso podría querer modificar nuestro régimen político y económico.
Asimismo, medidas populistas como los retiros consecutivos de nuestros fondos de pensiones, además de generar incertidumbre económica, han dejado sin saldo a cerca de 40% de los cotizantes, por lo que una vez que concluya la efervescencia de esta mala política pública, los próximos gobiernos deberán evaluar cómo restituir esos fondos, pues serán muchos más los chilenos que dependan en un 100% del Estado para solventar su vejez.
En sólo días, Chile vivirá las elecciones presidenciales más inciertas de las últimas tres décadas y diversos sondeos de opinión muestran que una buena parte de los electores aún no ha decidido su voto. Es por eso, que nuestro llamado es a la participación, no podemos dejar que otros decidan por nosotros, debemos votar informados y tomar conciencia del futuro que queremos para nuestro país.
Porque Chile está en una encrucijada y aún tenemos la posibilidad de mejorar el rumbo, para encaminarnos y retomar la senda del crecimiento y desarrollo que nos caracterizó en la década del '90, fortaleciendo nuestras instituciones, o simplemente rendirnos y caer en una escalada de gobiernos populistas, donde terminaremos por perder la democracia en nuestro país.
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