El día que volvió la Esperanza

Debo decir que era de aquellos que creía que el dictador jamás iba a entregar el poder, por eso aquel 5 de octubre me levanté luchando conmigo mismo  y deseando como nunca estar equivocado.

Creo que es imposible entender el 5 de octubre sin incorporar los años anteriores de reconstrucción del tejido político y social y esa campaña del  NO llena de mística y de fe.  La fiesta que fueron los spots televisivos y las caravanas con la bandera del arco iris. El deseo inmenso de dejar atrás la oscuridad siniestra de la dictadura, y demostrar que Chile se podía construir entre todos y que nadie sobraba.

El día se hacía  cada vez más tenso, a medida que se aproximaba la hora de la verdad, y ¡ojalá que hubiera verdad! empezó el recuento de los votos y de cada una de las mesas de hombres y mujeres del Estadio Nacional  la expresión de un ¡CEACHEI! fuerte y claro que nos informaba que se ganaba y que el NO era mayoría.

La dictadura patética entregando resultados parciales mezquinos con mesas elegidas a dedo e inventando un resultado positivo para ella.

La espera interminable con el comportamiento impecable del pueblo de Chile, que sabía que el dictador esperaba el menor desorden para justificar un acto de fuerza.

Imposible olvidar a  aquel subsecretario de Estado  cuyo nombre no merece ser mencionado, que varias horas después de lo debido con mirada perdida y voz  desafectada  tenía  que reconocer región por región  y dato por dato que la dictadura tenía fecha de término y que el NO había ganado.

Al día siguiente la fiesta.

El No encarnó las más hermosas esperanzas  para cada uno de nosotros, hacernos dueños de nuestro destino, conducir la patria por la senda de la Paz y la Reconciliación, tomar las banderas y empezar a construir porque los pobres no pueden esperar.

Quedarían todavía unos meses con el dictador instalado en el puesto usurpado, finalmente se iniciaría la reconstrucción democrática.

29  años después cuánto hemos avanzado aún genera debates y disputas, la historia está muy reciente y ese análisis  es parte de otro capítulo.

El 5 de octubre de 1988 el pueblo sacó al dictador con un lápiz y una canción y eso es un orgullo para todas esas generaciones.

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