Los hechos políticos más relevantes en un gobierno, y los que más importan para el desarrollo de las estrategias de poder parecen estar en lo económico, pero por directamente se afecta la calidad de vida de las personas.
Y, pareciera también que la construcción de un proyecto político exitoso, como lo fue la Concertación en Chile, y como señala la tesis de, entre otros, Thomas Piketty[1], la desigualdad no es económica o técnica, sino que ideológica y política.
Así las cosas, para los políticos que vivimos la experiencia de los gobiernos de la Concertación, la pregunta es si es posible reeditar un proyecto político similar, ya que los actores somos los mismos, pero en un escenario diferente.
Analicemos algunas ideas. Como señala Kike Vasquez en “El Confidencial”, por lo general, la economía tradicional ha considerado la desigualdad un mal necesario.
Por una parte se consideran positivos los incentivos, y que por tanto se permita funcionar la meritocracia, recibiendo más quien más lo merece.
Por la otra, siempre ha existido un gran temor a establecer medidas que corrijan dicha desigualdad, puesto que pueden resultar dañinas para el crecimiento, incluso más perjudiciales que la propia enfermedad, o desincentivadoras.
Pero, cuando nos dicen que un 1% de la población controla el 39% de la riqueza mundial, francamente aquello resulta indignante.
La tesis de Piketty se fundamente en que el retorno neto del capital normalmente es superior al crecimiento económico, algo que Piketty ilustra como “r > g”, lo que produce una desigualdad entre aquellos que poseen la riqueza, generalmente distribuida en pocas manos, y todos los demás. Este fenómeno se consolida a lo largo del tiempo.
Es claro que la desigualdad actual es excesiva y que es necesario actuar contra ella. Es, un imperativo ético.
Frente a la luz de las cifras mundiales actuales y las que observamos en nuestro país, está claro que se requiere la construcción de un modelo de desarrollo original y potente que se centre en la protección y estimulo de la clase media para enfrentar la desigualdad, como un concepto político e ideológico. No económico-técnico como lo señalan algunos. La experiencia acumulada en los gobiernos de la Concertación es importante en ese sentido.
El propio FMI en el trabajo(“Redistribution, Inequality, and Growth” Febrero 2014) concluye que la baja desigualdad después de impuestos está altamente correlacionada con un crecimiento más alto y más duradero, o que, contrariamente a lo popularmente asumido por los economistas, las políticas redistributivas no tienen un impacto negativo en el crecimiento salvo en casos extremos, e incluso en algunos casos pueden ser positivas: tal es el caso del gasto en salud o educación.
Por ello es que un futuro gobierno de una Social democracia unida debe plantear con fuerza esta propuesta. Nuestro compromiso debe ser éste para disminuir las inaceptables brechas de desigualdad.
[1] Thomas Piketty (Clichy, 7 de mayo de 1971)1 es un economista francés especialista en desigualdad onómica y distribución de la renta.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado