El ojo de la aguja

Impacta que en medio de una andanada de acusaciones ciertas, probadas, el país siga caminando como si nada. Nadie cae, nadie paga, al contrario, se amenaza: “esto lo hacen todos”.

La tormenta perfecta para la UDI, en la que sus financistas ilegales son descubiertos, en la que sus senadores –que nunca han destacado por alguna idea, oratoria, nada- son desnudados públicamente en sus mentiras, parece que no tendrá la fuerza suficiente como para afectarla.

Sus dirigentes políticos y empresariales cierran filas; contratan agencias de comunicación en las que destacan ex funcionarios de la Concertación (demostrando una vez más el país pareado que consagra la actual constitución); formulan declaraciones en las que pretenden “empatar” con el otro conglomerado político autorizado. En fin, se mantienen a pie firma en medio de vientos tormentosos, de lluvias ácidas, de granizos, rayos y truenos.

Y, lo más probable es que “no pase nada”. En dos meses, como dice la teoría, la opinión pública habrá olvidado y a otra cosa mariposa. Ellos podrán seguir dictando cátedra sobre lo bueno y malo para Chile; saldrán en las páginas sociales de las revistas de papel couché, podrán volver a los directorios de instituciones de ayuda pública.

Así pasa con los dueños del país, con los que mandan, con quienes al amparo de la dictadura militar supieron construir el Chile actual: con un per cápita de país europeo, pero distribuido como en Namibia; con un código del trabajo que parte de la desconfianza hacia el que crea riqueza, el trabajador; con un sistema educativo que promueve lo privado; con un sistema público de salud desmantelado; con muchos malls en los que la mayoría del país pasea su dependencia económica del crédito y la tarjeta; con barrios de película versus comunas sin áreas verdes, llenas de basura, con jóvenes en sus esquinas que ya optaron: no entrar al sistema, exponerse a los vicios y la delincuencia porque la vida para ellos no vale nada.

En este escenario, los dueños de Penta probablemente pagarán. Sí, extenderán un cheque con muchos ceros y seguirán felices en sus casas hasta que se cumpla la regla de oro, esa de los dos meses. Los diputados y senadores aguantarán a pie firme la tormenta, incluso algunos serán reelectos. Tal como ya ocurrió con Hugo Bravo y con Penta, que pagaron más de mil millones de pesos en multas, los otros involucrados pagarán, y listo.

También pagó su delito menor Bastián Arriagada, preso en la cárcel de San Miguel en 2010. Él era vendedor de CD piratas. Sí, pagó con su vida.

Como decía el pescador nacido en Belén, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un poderoso pague sus pecados.

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