Cada vez queda menos para que se termine de redactar la propuesta de Constitución que se deberá aprobar o rechazar el próximo 4 de septiembre. Por ahora, tenemos más de 300 artículos, instituciones que nacen, instituciones que mueren, un catálogo de derechos sociales y muchas dudas y tareas pendientes.
La primera urgencia está, precisamente, en equilibrar la propuesta de Constitución entre expectativas y capacidades. ¿Cómo haremos para cumplir con los muy justos compromisos sociales que se proponen y al mismo tiempo dispondremos de las herramientas necesarias para poder financiarlos? Hasta ahora esa respuesta es un vacío, pues entre los artículos aprobados no existen lineamientos que permitan reforzar la capacidad del país de crear empleo, emprendimientos y sumar inversión.
Estamos llenos de ejemplos de países con constituciones que prometen un montón de derechos sociales, como vivienda para todos, pensiones dignas, altas remuneraciones, pero que son incapaces de cumplirlos. Muchos de los inmigrantes venezolanos en la región podrían contarnos en detalle la frustración social y el desastre que lamentablemente se genera en esos casos.
Así como es importante tener un modelo económico que permita financiar los derechos sociales, también es urgente equilibrar la construcción de un buen sistema político, que sea moderno, que genere equilibrios, pesos y contrapesos, y capaz no sólo de canalizar las aspiraciones ciudadanas, sino también responder concretamente al mandato que se entrega a un gobierno determinado, para que cumpla con su programa.
En la etapa de cierre del trabajo de las comisiones, en la instancia de Sistema Político tendremos al alcance el último vagón del tren para que eso ocurra en parte. No hay más plazos. Por eso, casi en un último llamado a abordar, es que se les debe pedir a los convencionales de izquierda sin ningún tapujo: ¡Háganle caso alguna vez al Presidente Boric! Respaldemos un bicameralismo en serio, con las atribuciones que se requieren para que la Cámara de las Regiones no sea solamente un saludo a la bandera y una burla para millones de chilenas y chilenos.
Por último, hay una urgencia adicional. La Convención tiene como tarea pendiente hacerle un "párele" como corresponde a la violencia. Las presiones, funas e insultos se han vuelto comunes en el tramo final del proceso, donde algunos pretenden lograr con la fuerza y las amenazas lo que no logran con ideas. Sin duda, muestran la peor cara de varios sectores de convencionales. Quedan pocos días. Ojalá la Convención los aproveche.
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