Llevamos ya más de un año de pandemia y este Día de los y las Trabajadoras no es como cualquier otro. Las condiciones laborales nunca habían estado tan estrechamente ligadas con la supervivencia como durante este último año. Empleadores en todo el país han falsificado permisos o simplemente obligado a asistir de manera presencial a cientos de trabajadores sin ninguna justificación, poniendo en riesgo su vida y su salud: Hemos visto por televisión abierta a trabajadores, y no a sus empleadores, ser detenidos por Carabineros por incumplimiento de normas sanitarias.
La situación económica, por otra parte, amenaza a millones de familias en todo el país. Miles de trabajadores han sido suspendidos y muchos otros han perdido sus empleos ante un Gobierno enfocado exclusivamente en la protección de las grandes empresas, como si aquello no dependiera del bienestar de sus trabajadores.
Una de las principales razones del fracaso de este Gobierno en el manejo de la pandemia ha sido su incapacidad histórica de entender que el bienestar de los trabajadores ES el bienestar de la economía. Hoy, con una crisis profundizada y agudizada por la negligencia de Sebastián Piñera y sus secuaces, ya no basta con bonos ni retiros de fondos previsionales. El bienestar de las y los trabajadores no consiste en asegurar, apenas, su supervivencia.
Por eso, además de impulsar el Impuesto a los súper ricos, hacemos un llamado a la Comisión de Trabajo del Senado y a su presidenta, Carolina Goic, a tramitar a la brevedad el proyecto que reduce la jornada laboral de 45 a 40 horas y que la comisión ha tenido durmiendo por más de un año. La pandemia no puede ser una excusa para no avanzar, muy por el contrario: esta es una iniciativa que favorece la salud y la seguridad en el lugar de trabajo, la compatibilidad con la familia e incluso refuerza la productividad, como señaló en 2007 la Organización Internacional del Trabajo.
¿Cuándo ha sido más urgente favorecer la salud y el bienestar de los y las trabajadoras sino ahora? Tampoco es excusa que hayan otros proyectos que tramitar, sabemos que se puede caminar y mascar chicle al mismo tiempo. Sólo se requiere voluntad. Por lo mismo es que exigimos que el Ejecutivo se haga parte de esta discusión y favorezca con un subsidio directo al empleo a todas las micro y pequeñas empresas que adopten las jornadas de 40 horas semanales, en la gradualidad de 5 años que está establecida en el proyecto.
Si las #40Horas hicieron sentido a todo un país cuando fueron aprobadas en la Cámara en noviembre de 2019, a sólo un mes del estallido social en el que todo Chile demandó justicia y dignidad, con mayor razón deben hacernos sentido a un año de esta pandemia que sólo ha agudizado la precarización laboral y ha aumentado el agobio producto del teletrabajo.
Por esta razón ingresaremos en los próximos días nuevas indicaciones que recogen el sentido de urgencia de esta propuesta: Además de extender las horas de desconexión y mejorar la fiscalización para la aplicación del artículo 22, eliminaremos la gradualidad para todas las grandes empresas que hayan retirado utilidades durante 2020. Esto significa que todas las empresas cuyos dueños se han enriquecido durante esta pandemia ya no contarán con un año para aplicar las #40Horas, sino que deberán hacerlo a tres meses de publicada la ley.
Medidas como ésta, sumada al impuesto a los súper ticos, el royalty minero y la Renta Básica Universal son pisos mínimos para el resguardo de las millones de familias trabajadoras del país. Ante la negligencia y la miseria de este Gobierno, que ha optado por la hiper focalización, la oposición debe ver mucho más allá de intereses electorales o pequeños y debemos actuar con convicción y unidad programática: Debemos sacar adelante los proyectos que apunten a aliviar al pueblo de la pesada carga que esta pandemia y el manejo de Sebastián Piñera han puesto sobre él.
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