La DC y el golpe

El perdón, para que tenga algún sentido y sea creíble, supone que quien lo emite se haga cargo de aquello por lo cual se siente responsable. De lo contrario, lejos de ser un acto de sincera constricción, con los costos que ello lleva asociado, se transforma en el mejor de los casos, en buenas maneras que, por bien intencionadas que sean, carecen de contenido.

La segunda pareciera ser la postura adoptada por la columna “La DC y el golpe, el perdón que falta” de autoría de Jorge Cash. Señala que pareciera conveniente que “pidiéramos perdón a Chile por haber creído que la interrupción violenta de un régimen, por más equivocado que pueda haber estado, era la solución política para salir de la crisis que vivía Chile”.

El “haber creído” que utiliza es una suposición demasiado genérica y vaga como para otorgarle el significado de perdón, salvo, por cierto, que sea el autor quien creyó que la interrupción violenta de un régimen era la solución política para afrontar la crisis vivida por el país el año 73, cosa que evidentemente descartamos.

Que la denominada Carta de los 13 haya sido suscrita, como lo indica su nombre, por solo 13 militantes demócrata cristianos, no implica, ni remotamente, como pareciera sugerir Cash, que quienes no la suscribieron y mucho menos el Partido institucionalmente considerado, hayan creído en la interrupción violenta del gobierno del Presidente Allende como solución política (soluciones armadas y políticas suelen ser antagónicas).

Muy por el contrario, las conductas concretas de quienes integraban la directiva de la DC en ese entonces, nos llevan a la conclusión exactamente opuesta. De partida, Patricio Aylwin, presidente del Partido en dicho periodo, se reunió con el Presidente Allende en casa del Cardenal Silva Henriquez, en agosto del año 73, precisamente para tratar de buscar una salida institucional a la crisis del Gobierno de la UP.

Como recuerda el Cardenal en sus memorias, en esa ocasión se llegó al acuerdo que Aylwin trabajara con Carlos Briones, porque existía recíproca confianza. Dos díasdespués, se contactaron y se pusieron a trabajar en los temas acordados. Pero, otra vez la UP se opuso a los acuerdos y Allende no fue capaz de imponerse.

Incluso,cuando poco antes del golpe quiso nombrar ministro del Interior a Carlos Briones para generar confianza y ganar tiempo, el PS se opuso.Este relato es consistente con lo que años más tarde declararía Ricardo Nuñez, uno de los líderes del Partido del Presidente Allende, al señalar que si el gobierno de la UP hubiera tenido más cordura y sensatez no hubiera ocurrido el quiebre institucional. Ciertamente lo anterior no justifica el Golpe ni mucho menos lo que vino después, pero desmiente la tesis de una adhesión de la DC a una interrupción violenta del Gobierno de la Unidad Popular.

Por otra parte, la Declaración oficial del PDC después del Golpe, en cuya redacción participó Jaime Castillo Velasco (cuya integridad y credenciales democráticas nadie podría poner en duda), señala expresamente en su párrafo final: “La Democracia Cristiana lamenta lo ocurrido. Fiel a sus principios agotó los esfuerzos por alcanzar una solución por la vía política institucional y no los rehuirá para conseguir el desarme de los espíritus y las manos, la pacificación, la reconstrucción de Chile y la vuelta a la normalidad institucional, posponiendo como siempre sus intereses partidistas al bien superior de la patria”.

Asimismo, Cash invoca la Declaración de la Cámara de Diputados del 22 de agosto de 1973. Nada siquiera se insinúa en dicha declaración acerca de una intervención armada, declaración que por lo demás fue votada a favor por más de dos tercios de los diputados, entre los cuales se encontraban no sólo militantes de la DC, sino que de distintos partidos.

Cabe recordar que esa declaración fue aclarada por otra, emitida por la directiva del Partido Demócrata Cristiano, y leída por el diputado DC  José Monares, por instrucciones de aquella. Tal aclaración fue hecha ante la eventualidad de que se le pudiese dar una interpretación distinta al propósito que la declaración tenía, es decir, hacer un llamado al gobierno de la época a que rectificara algunas decisiones y procedimientos que podían traspasar la recta aplicación de la Constitución y la ley.

Cash finaliza su columna señalando, “Extraño profundamente un Nunca Más por parte de la Democracia Cristiana”. Así, soslaya que el único reconocimiento y perdón que se ha hecho a nombre del Estado de Chile a las víctimas de la Dictadura, fue efectuada precisamente por uno de sus camaradas actuando como Presidente de la República.

En síntesis, no ponemos en duda que la columna de Jorge Cash haya estado inspirada en la obligación que nos asiste a todos los chilenos de resguardar la democracia y los Derechos Humanos, para que situaciones tan terribles como las que vivió nuestro país el año 73 no vuelvan a ocurrir.

Sin embargo, las buenas intenciones, cuando se apela a reconocimientos institucionales, no bastan. Tampoco las pasiones y creencias. Es necesario intentar hacer un juicio objetivo de los hechos históricos.

Coautor de la columna es Manuel Matta Aylwin.

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