Obras son amores y no buenas razones

El refrán que encabeza esta columna de opinión, se refiere en forma general a los que hablan mucho pero luego nada hacen o no cumplen lo prometido.

No basta con hacer la pega del rol que jugamos en los distintos escenarios en los cuales nos corresponde actuar.

No basta con criticar, opinar, generalizar o verbalizar la ira, el descontento y la frustración social. Es hora de tomar acción propositiva y constructiva.

En la política de mis amores por ejemplo, el diagnóstico de “crisis” lo tenemos instalado hace tiempo, no es de ayer; sin embargo las acciones son débiles frente a los síntomas del trastorno.

En cambio las palabras erradas, ideas pobres, conceptos sin sentido llenan los medios de comunicación, sin permitirnos observar y compartir pensamientos sólidos de análisis políticos y sociales que nos ayuden a profundizar y sobretodo a comprender lo que estamos viviendo en las diferentes aristas del desarrollo integral de nuestro país.

¿Dónde están los psicólogos sociales, además de los cientistas políticos? Necesitamos escuchar a los filósofos y a los poetas para reconstruir sanamente el tejido social de Chile.

La ciudadanía ha tomado la acción social con más fuerza que los políticos y las instituciones que los sostienen. En este espacio ciudadano igual faltan otras voces creativas y constructivas que eleve el discurso del desencanto a la acción revolucionaria del cambio.

Es hora de  no hacerse los lesos, los ciegos o mirar p’al lado. Es hora de escucharnos y recoger los planteamientos razonables de algunas autoridades políticas que interpretan correctamente la voz ciudadana.

¿Por qué no escuchar, interpretar y actuar sobre el llamado a bajar los sueldos de las autoridades elegidas en el Congreso y en el Gobierno, por ejemplo?

¿Por qué no ponerse de acuerdo en una acción concreta que colaboraría a disminuir en una mínima parte, lo sabemos, la brecha existente en la distribución del ingreso en nuestro país, acción que sería sobretodo un signo acotado y directo a recuperar la confianza perdida?

O tal vez, tan solo congelar los sueldos hasta el fin del gobierno de la Presidenta Bachelet, sería una respuesta coherente a lo difícil que es asimilar las injusticias desde el punto de vista económico para miles de personas. Acciones como esta, darían un poco más de aire puro al contaminado ambiente político social que vivimos. En la política falta más empatía y dejar de mirarse el ombligo.

La carta de navegación  del programa de la Presidenta va cumpliendo sus metas con dificultades propias de la democracia insuficiente que tenemos, a pesar de los escándalos de corrupción, a pesar de la oposición férrea, agresiva e irresponsable de la derecha y de los ecos de los mismos adjetivos en la Nueva Mayoría.

Y aunque se perciba que no queda títere con cabeza, aunque las encuestas siguen mostrando el bajo apoyo al poder ejecutivo, al poder legislativo y al poder judicial, la realidad demuestra que los detractores al cambio del modelo económico, político y social, han amplificado su voz para desacreditar, denostar, menospreciar y humillar a la Presidenta, elegida democráticamente y mayoritariamente por la ciudadanía, para cumplir con las tareas que la minoría ciudadana no quiere aceptar.

Las acciones aprobadas para encontrarse con más recursos financieros para la Educación, las acciones dirigidas a modificar el sistema laboral y previsional, las acciones diseñadas para lograr el cambio constitucional que entregue el marco actualizado en el cual todos estamos participando para hacerlo realidad y las miles de acciones cotidianas que desarrolla este gobierno, se constituyen en obras que son amores y no buenas razones…

Finalmente hacer la pega todos los días sin olvidar el propósito de lo público construye realmente obras que son amores.

Tenemos buenas razones para desalentarnos, darnos por vencidos y no participar, entre ellas, la violencia desatada, la irresponsabilidad política, el miedo y la inseguridad como motor económico sociocultural, el engaño y el robo como herramienta validada…en fin, son muchas las razones que podemos dar para excusar la falta de compromiso con el mundo que queremos construir entre todos.

El llamado entonces es, a compenetrarnos del refrán, ¡Obras son amores y no buenas razones!

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