Por la fuerza de la razón

Hoy muchos, entre ellos el suscrito, piensan que es hora de que cambiemos nuestro lema nacional, de "Por la razón o la fuerza" a "Por la fuerza de la razón". En esta hora parece necesario dar señales claras que estimulen un cambio de actitud en la vida social y política del país, y considero que generar una reformulación de nuestro lema es una tremenda puerta y ventana abiertas, para que entren nuevos aires.

Por la razón o la fuerza, si bien estaba en el primer escudo nacional de 1812, está oficializado desde 1920. En su origen se dice que corresponde a la versión castellana de aut consilio aut ense (o por consejo o por espada). Naturalmente el sentido original, que da para largos comentarios y discusiones, hoy no parece tener mayor sentido. La frase da para mucho, inclusos algunos justifican con ella la dictadura. En los dos procesos constitucionales fue un tema de reflexión.

Hoy estamos en medio de una sociedad donde nadie se escucha. Ni siquiera en el Parlamento, donde debiera parlamentarse. La política está contaminada por la violencia verbal, el odio, la descalificación e incluso el no respeto de la "presunción de inocencia". Desde el mismo momento que un miembro de un determinado sector es indagado por la justicia, de inmediato se le asigna la culpabilidad y exigen la expulsión del partido o la destitución del gobierno. Un caso claro al respecto es el de Giorgio Jackson quién hoy ha levantado una demanda con quienes lo denostaron sin tener fundamentos legítimos. No es el único. Por la oposición es conocida la situación de Novoa hace algunos años.

El tema es que hoy necesitamos un gran cambio de actitud especialmente en la vida política y social. Necesitamos una sociedad más dialogante, más respetuosa de las diversas opiniones, más cuidadosa de la dignidad del otro, más sincera y honesta con la verdad, más autocrítica. Menos soberbia, menos enjuiciadora, menos lapidaria con el que no piensa como uno, menos clasista, menos machista, entre muchos otros menos.

Para ello es preciso que la fuerza que nos mueva e inspire sea la razón. Por un lado, una razón que nos lleve a la reflexión y a que lo que digamos sea un reflejo de lo que pensamos y no que se termine justificando lo que se dice. Por otra, una razón, razonable, lógica y centrada en el interés común y no en los propios. Parece evidente que el interés común es hoy el menos común de los intereses.

Nuestro país era en los años 50-60 una sociedad mucho más solidaria y menos clasista que hoy. Basta recordar solo dos ámbitos la educación y la salud. La llegada del modelo liberal y del principio de que cada cual se rascarse con sus propias uñas, sin duda alguna nos llevó a una ley de la selva. Eso cambió radicalmente nuestra sociedad y nos tiene hoy atomizados y sin una clara y significativa consciencia de que todos nos debemos a todos y que lo bueno o malo que uno haga al final repercute en los otros. La mirada solidaria solo nos aparece frente a las catástrofes y la Teletón. En el día a día todo lo que me permita engañar en mi provecho; vale.

El camino seguido no nos asegura un buen futuro. Muy por el contrario, es el caldo de cultivo para populismos y mesianismos. Necesitamos una sociedad donde impere la verdad y no la mentira, la paz y no la violencia, el amor y no el odio. Requerimos un cambio de paradigma para valorar lo que es bueno y rechazar lo malo, venga de donde venga. En mis ya largos años de vida, solo a un político he escuchado reconocer sus errores: el Presidente Boric. Nunca lo había escuchado. Poco se le reconoce esa honestidad, quizás porque para el resto de los políticos les parece una debilidad o significa transparentar su propia debilidad.

En el país de las descalificaciones en que nos hemos transformado, necesitamos urgentemente detenernos para razonar, reflexionar, autocriticarnos y buscar con pación el bien común. Es para ello preciso realizar una gran reflexión nacional, que un cambio de nuestro lema quizás lo lograría. Necesitamos "La fuerza de la razón".

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