¿Somos amigos o no somos amigos?

Si la amistad es aquel “afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”, según dice la Real Academia Española (RAE), en el caso del Presidente de la República Sebastián Piñera habría que agregar al final, con el trato laboral. 

Para el mandatario, las decisiones ligadas a su vida política han estado inseparablemente vinculadas a los compadrazgos. Sus amigos han jugado un rol fundamental para su propósito de gobernar Chile. Intentando asimilar las prácticas del mundo de los negocios con el mundo público, su actuar ha reforzado la cultura del elitismo y la endogamia donde los tuyos, los míos y los nuestros son parte del cuadro cotidiano. 

Sin poder esquivar los tiempos que corren, en julio de 2018 el Presidente Piñera envió un proyecto de ley al Congreso llamado “Integridad Pública”, que busca poner fin al nepotismo y regular los conflictos de interés en el ejercicio de la función pública en los órganos de la Administración del Estado.

El día que firmó el proyecto señaló, "queremos desterrar la cultura del amiguismo, del pituto, del operador político y restablecer en plenitud la cultura del funcionario público de verdad, honesto, comprometido, competente y dedicado al servicio de los demás y no al servicio de si mismo". 

Habla de honestidad, compromiso y competencia. Correctísimamente político el discurso, sin embargo, sus acciones no son congruentes. Cuando las conductas no acompañan a las intenciones, entonces pasan a ser solamente anécdotas. 

Tan anécdota pasa a ser este proyecto de ley, que transcurridos 10 meses de su nuevo mandato (2018-2022) los casos que hemos conocido sobre nombramientos y designaciones presidenciales privilegiando vínculos familiares y personales suman más de uno. Andrés Chadwick Piñera primo hermano del Presidente y actual ministro del Interior y Seguridad Pública; Pablo Piñera Echenique, hermano del Presidente, inicialmente designado embajador de Chile en Argentina, su nombramiento fue desestimado por el mismo mandatario; Fernanda Bachelet Coto, hija de un antiguo socio inversionista de Piñera, nombrada agregada comercial en Nueva York quien presentó su renuncia el 07 de enero pasado; Benjamín Salas Kantor, hijo de Paulina Cantor, ministra de Deportes y recién designado Senior Officials Meeting (SOM) para el próximo Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) que se realizará en noviembre de este año en Chile. 

A estos casos, se suman otros que hemos ido conociendo durante estos últimos días y que ostentan la misma carga de nepotismo. 

Un reportaje del medio periodístico Interferencia dio a conocer que en el caso de la Corporación del Fomento de la Producción (CORFO) un total de 4 directivos designados de manera interina por su actual Vicepresidente Ejecutivo Sebastián Sichel obtuvieron la ratificación como titulares mediante el Sistema de Alta Dirección Pública (ADP). La Fiscal María Eliana Cruz Tanhnuz, la Gerenta de Innovación, Rocío Fonseca Chamorro,  la Gerenta Corporativa María de los Ángeles Romo Bustos y el Gerente de Inversión y Financiamiento Luis Felipe Oliva Díaz.

Un quinto cargo, el Gerente de Desarrollo Competitivo de CORFO está siendo ejercido también de manera interina por Claudio Valenzuela Chadwick, sobrino del Ministro Chadwick, cuyo concurso fue declarado desierto, por lo tanto seguirá un año más ejerciendo sin necesidad de ser ratificado por ADP. 

Y si hablamos de transparencia, al indagar precisamente en el portal Gobierno Transparente, llama la atención que Juan Cristóbal Leturia Infante, actual Gerente General del Servicio de Cooperación Técnica, SERCOTEC, (dependiente del ministerio de Economía, Fomento y Turismo), haya sido nombrado para liderar la gestión en el emprendimiento de PYMES en circunstancias que su hermano Francisco Javier Leturia Infante fue designado como Consejero en el directorio del Consejo para la Transparencia (CPLT), organismo que vela por el cumplimiento de buenas prácticas en transparencia en el Estado. 

Un Gobierno que privilegia la amistad y el compadrazgo por sobre el mérito y las oportunidades resulta imposible que sintonice con una ciudadanía cansada de presenciar a una clase política saturada de privilegios. 

Si somos estrictos, el sistema ADP creado en 2003 para impedir la discrecionalidad en nombramientos de cargos directivos, fue concebido como un impulso desde el Estado que propicie la meritocracia por sobre el nepotismo.

Pese a que el sistema ha sido perfeccionado, hoy está agotando sus capacidades y no está dando la respuesta necesaria para evitar que el Estado siga convirtiéndose en un botín para la autoridad de turno. 

Para quien somos ciudadanos de a pie, sigue siendo incomprensible que en 2019 ocurran nombramientos en cargos claves reservados para los amigos del barrio. 

¿Para qué nos hacen creer que les importa el mérito si los que ocuparán cargos públicos son los mismos de siempre: los amigos del colegio, los amigos de la universidad y los amigos del asado del fin de semana? 

 

 

 

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