El desastre ambiental sucedido recientemente en Osorno nos lleva a pensar que pocas veces valoramos el tener a la mano este vital y precioso elemento… a menos que lo perdamos o experimentemos su ausencia, como ocurrió esta vez.
Rutinariamente sabemos que al abrir una llave fluirá un líquido fresco, incoloro, transparente e inoloro que ocupamos para lavarnos, para beber, para cocinar, para lavar ropa, lavar utensilios, entre otros usos. Como nos resulta natural, no nos estamos preguntando de dónde viene, si está o no tratada, a dónde va luego de usada… sólo confiamos en que es agua bebible y segura para nuestro uso.
El agua salubre y fácilmente accesible es importante para la salud pública - vale decir, la salud de todas las poblaciones - ya sea que se utilice para tomar, para uso doméstico, para producir alimentos o con fines recreativos.
Además, la mejora del abastecimiento de agua, del saneamiento del hábitat y la buena gestión de los recursos hídricos permiten impulsar el crecimiento económico de los países y contribuir en importante medida a la reducción de la pobreza.
La Asamblea General de Naciones Unidas (en 2010), reconoció explícitamente el derecho humano de todas las personas a disponer en forma continuada de agua suficiente, salubre, físicamente accesible y de calidad aceptable, para uso personal y doméstico.
Entendemos que un aspecto de la salud es el ambiente - que considera los factores físicos, químicos y biológicos externos a la persona - en donde debemos generar estrategias para la creación de entornos propicios para la salud y la prevención de enfermedades.
Los elementos ambientales, en especial el agua, constituyen factores condicionantes de enfermedades si no son debidamente reconocidos, custodiados y vigilados por la autoridad sanitaria.
La Organización Mundial de la Salud ha definido como meta reducir la proporción de población mundial sin acceso a agua potable haciendo un llamado a lograr acceso universal y equitativo, precisando en sus objetivos de desarrollo para el milenio «servicios de suministro de agua potable gestionados de manera segura», es decir, agua potable procedente de una fuente de suministro disponible cuando se necesita y que no contenga contaminación fecal ni de sustancias químicas.
Cifras de la OMS declaran que en 2015 había 2.100 millones de personas sin servicios gestionados de forma segura, existiendo grandes desigualdades geográficas, socioculturales y económicas, no solo entre las zonas rurales y urbanas, sino también en el seno de las ciudades, donde las personas que viven en poblaciones marginales o de bajos ingresos tienen un menor acceso a fuentes mejoradas de abastecimiento de agua potable que otros residentes.
Los servicios de agua y saneamiento inexistentes, insuficientes o gestionados de forma inapropiada exponen a la población a riesgos de enfermar siendo éstos evidentemente prevenibles.
La gestión inadecuada de las aguas residuales urbanas, industriales y agrícolas conlleva que el agua que beben cientos de millones de personas se vea peligrosamente contaminada o polucionada químicamente.
Se calcula que unas 842.000 personas mueren en el mundo cada año de diarrea como consecuencia de la insalubridad del agua, siendo ésta ampliamente prevenible si se abordaran estos factores de riesgo.
Hay también otros peligros como adquirir parasitosis como la esquistosomiasis, enfermedad provocada por lombrices parasitarias contraídas por exposición a agua infestada.
Por otro lado los insectos que viven o se crían en el agua son portadores y transmisores de enfermedades como el dengue.
Algunos de estos insectos, llamados vectores, crecen en el agua y los contenedores domésticos de agua de bebida pueden servir como lugares de cría. Tan solo con cubrir los contenedores de agua es posible reducir la cría de vectores, y reducir también la contaminación fecal del agua en el ámbito doméstico.
Cuando el agua procede de fuentes de abastecimiento mejoradas y más accesibles, las personas gastan menos tiempo y esfuerzos en recogerla físicamente, lo que significa que pueden ser productivos en otras esferas.
La mejora de las fuentes de abastecimiento de agua también conlleva la reducción del gasto sanitario, ya que las personas tienen menos probabilidades de enfermar y de incurrir en gastos médicos y están en mejores condiciones de permanecer económicamente productivas.
El cambio climático, la escasez de agua, el crecimiento de la población, los cambios demográficos y la urbanización ya suponen desafíos para los sistemas de abastecimiento de agua.
De aquí a 2025, la mitad de la población mundial vivirá en zonas con escasez de agua, por lo cual la reutilización de las aguas residuales a través de la generación de plantas de aguas servidas con estos fines es una importante estrategia a tener presente. Así también la gestión de todos los recursos hídricos tendrá que mejorar para garantizar el abastecimiento y la calidad.
Cuidemos el agua, cerremos las cañerías que corren cuando el agua no es utilizada, preservemos la higiene, enseñemos a los niños… todos tenemos responsabilidad directa, el agua finalmente nos pertenece a todos.
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