El letal rostro de las drogas

Durante los últimos días nos remeció el brutal asesinato y descuartizamiento de una joven de 17 años en manos de su hermano de 19 años. Un hecho impactante, en el que el consumo de alcohol y drogas es - una vez más - uno de los factores detonantes.

Más allá del análisis policial o incluso psiquiátrico, este terrible crimen nos debe llevar a una reflexión más profunda acerca de la imperiosa tarea que aún tenemos pendiente como país: el combate claro y sin ambigüedades contra el alcohol y las drogas, especialmente en la población infanto-adolescente, con énfasis en los sectores más vulnerables.

Estamos frente a un flagelo que lejos de detenerse o disminuir marcó un crecimiento de 11% entre 2015 y 2016, en el segmento etario antes mencionado, según estudios realizados por el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol, Senda.

Tanto la joven asesinada, Alexis Chandía, como sus agresores son víctimas de una enfermedad que consume su humanidad y los reduce a individuos a merced de sus acciones más primitivas, carentes de valores, pero a la vez responsables de sus actos. Si como sociedad tomásemos a tiempo a los niños que están en riesgo de consumo, probablemente podríamos ser más eficientes en detener este flagelo y crímenes como el de la joven Alexis.

No podemos seguir mirando hacia el lado, dejando que sólo el Estado se haga cargo desde lo institucional de la prevención, rehabilitación e integración de quienes han atravesado el camino de retorno.

Es tarea de todos, contribuir a que estas adicciones no penetren en nuestra familia, en nuestra comunidad y especialmente en las nuevas generaciones.

Y si ya han ingresado, colaborar para que la rehabilitación llegue a todos quienes la requieren, porque éste es un problema transversal, que no diferencia clases sociales, sexo, raza, ni edad.

Es una tarea que nos requiere a todos conscientes y unidos en un frente común, no permeable a posturas que buscan reducir y hasta omitir el verdadero impacto y consecuencias que provoca el consumo de drogas, entre ellos la marihuana.

Y en este camino una arista pocas veces abordada y de importancia clave: la integración social y laboral de quienes egresan de los programas de rehabilitación y necesitan que la sociedad les dé la oportunidad de integrarse, con todas sus capacidades y habilidades.

En ello trabajamos desde 2012 en la Corporación Mañana, comprometidos con cada uno de los egresados que esperan que el sector productivo, sus familias, sus amigos, la comunidad, la sociedad en su conjunto abra sus brazos en un proceso de inclusión que tendrá eco no solo en sus vidas, sino también en la de sus hijos y familiares.

Sólo así lograremos romper la cadena de consumo, precariedad, abandono y abusos que finalmente, nos impacta a todos.

Son muchas las variables a abordar, es cierto. Pero, más allá de los análisis y reflexiones, actuemos decididos a hacer el cambio. Primero, alertas para prevenir, decididos para intervenir y rehabilitar, y finalmente comprometidos para recibir y dar una oportunidad a quienes han vencido en su batalla contra la adicción.

En esta última fase actuamos estableciendo alianzas con empresas que descubren en nuestros egresados, hombres resilientes, comprometidos y valiosos. Esperamos seguir creciendo y sumando aliados en esta misión que lleva tanta esperanza y oportunidades a familias completas, además de romper el círculo perverso de las adicciones.

No sigamos mirando hacia el lado. Este es un tema que nos impacta de una u otra forma a todos, como individuos y sociedad.  Solo podremos avanzar y disminuir las estadísticas, si cada uno aporta con miradas nuevas, sin individualismos y sesgos.

Tenemos todas las capacidades para crear oportunidades y permitir que todos seamos constructores de una sociedad más sana y feliz.

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