En medio del trabajo que desarrollamos con nuestros participantes, hombres mayores de 18 años rehabilitados de alcohol y drogas que buscan la integración social y laboral, nos fuimos dando cuenta de la tremenda importancia que tiene su rol de padres, como un factor clave de motivación para que alcancen sus logros y perseveren en sus cambios.
Por ello, tras analizar las observaciones y evidencias en el transcurso de nuestro acompañamiento, decidimos fortalecer las competencias parentales de los papás en proceso de integración, entregándoles las herramientas necesarias para robustecer sus vínculos y formar a sus hijos, en un ambiente de protección y cuidado.
Para concretar este proceso, desarrollamos una minuciosa búsqueda de programas para la formación de habilidades parentales que estuviesen basados en la evidencia técnica. Fue así como llegamos a Triple P -reconocido por su trayectoria y sus resultados documentados- que ha tenido una muy buena acogida entre los padres de nuestra Corporación que han participado en los talleres y que nos han relatado algunos de los cambios experimentados en la relación con sus hijos, con un importante incremento de su confianza y autoeficacia. En tanto, en los niños y niñas se percibió un aumento en las conductas prosociales, menos conflicto con sus pares, disminución de conductas hiperactivas y problemas de conducta en general.
Hoy, a través del fortalecimiento del rol parental, estamos transformando a nuestros participantes en agentes de cambio y de prevención para que sus hijos, su entorno y ellos mismos tengan herramientas eficientes para enfrentar conductas de riesgo, consumo de drogas, violencia, etc.
Es muy importante que las instituciones, públicas y privadas, que trabajamos con hombres que enfrentan o han enfrentado un consumo problemático de drogas, coloquemos entre los ejes de nuestros programas el fortalecimiento de la parentalidad y su reintegración al núcleo familiar.
Esto, sin olvidar que para poder insertarse en forma más adaptativa es indispensable que desarrollen y practiquen habilidades que, tal vez, no estaban presentes antes del consumo problemático o bien, se debilitaron posteriormente. Trabajar con la parentalidad positiva les da esa oportunidad de mejorar estas habilidades, la forma en que se comunican y resuelven los conflictos en su familia.
La evidencia apunta a que los programas de parentalidad positiva no solo tienen un rol directo en mejorar la relación padres-hijos y el funcionamiento familiar general, sino que tiene un claro rol preventivo en varias áreas de la salud en los niños y adolescentes, hijos de padres con problemas de consumo de sustancias.
Y, además, colabora en la prevención, en estos hijos en particular, del consumo de sustancias, violencia, delincuencia y distintas conductas de riesgo.
A partir de nuestra experiencia, nuestra invitación es a considerar el reforzamiento de las competencias parentales porque es un factor clave no solo en la integración, sino también en la rehabilitación y en la prevención.
Una herramienta eficaz en el camino para abordar el consumo problemático de alcohol y otras drogas, promoviendo conductas positivas, cambios reales en la cadena de maltrato y violencia intrafamiliar y oportunidades de un futuro mejor tanto para los padres como para los hijos e hijas que merecen crecer en un entorno diferente al que, probablemente, tuvieron sus padres.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado