El año recién pasado la pandemia nos golpeó profundamente a todos y en el caso de las personas con discapacidad el Covid-19 visibilizó aún más las barreras de acceso.
En la mayoría de los casos las personas con discapacidad (PcD) tienen otras enfermedades relacionadas y esto aumenta aún más el factor de riesgo. De esta manera es que fuimos testigos de cómo se vio afectado el derecho al acceso a la salud, pues la información de prevención o protocolos de atención no fueron accesibles para las personas con discapacidad, así como también para su entorno, aumentando la desigualdad en el acceso.
Ante esto, consideramos que las autoridades deben tener en cuenta la atención prioritaria de PcD en esta segunda ola, aprendiendo así de los errores en los que se incurrió al principio de la emergencia sanitaria.
En el ámbito laboral nos encontramos con dos frentes negativos durante el 2020: Por un lado, existe un bajo porcentaje de esta población que tiene acceso a empleos formales los cuales se vieron afectados, ya sea porque sus empleadores se acogieron a la Ley de Protección al Empleo o simplemente porque fueron despedidos, generando así una disminución de sus ingresos. Mientras que las personas con discapacidad con empleos informales, como los vendedores ambulantes, cantantes callejeros, entre otros, llegaron a perder el 100% de sus ingresos.
También hay que mencionar lo positivo, pues algunas empresas optaron por la contratación de PcD bajo la modalidad de teletrabajo. Junto con esto, también valoramos que, tras la aprobación de un proyecto, ahora se les exigirá a las empresas tener, al menos, un experto en materia de inclusión laboral en el área de Recursos Humanos.
Mientras que a la hora de hablar sobre educación, los niños y jóvenes con discapacidad también vieron limitado este derecho producto de la pandemia. Luego de que los establecimientos educaciones tomaran la decisión de impartir las clases vía online, fueron muchos los estudiantes que no pudieron seguir con la continuidad de sus estudios al no contar con las herramientas para hacerlo. En el caso de los alumnos con discapacidad visual de todo Chile, se vieron enfrentados a grandes barreras de acceso, debido a que la mayoría de los materiales educativos publicados o entregados en forma virtual no son accesibles, sumándose a esto que no todos cuentan con internet en sus hogares, la falta de equipamiento y la poca experiencia de los docentes para trabajar en discapacidad visual.
Otro de los obstáculos que debieron enfrentar las personas con discapacidad fue el acceso a las plataformas en línea de distintos organismos públicos, con el fin de poder hacer algún trámite en particular. Tuvieron que sortear las barreras de seguridad, específicamente los captcha (sistema de autenticación automático que distingue los ordenadores de los humanos), las cuales no están pensadas en PcD, por ejemplo. Estos hechos, sin duda, dificultaron el acceso a la información para las personas ciegas que muchas veces no cuentan con alguien quien los asista.
Está claro que los derechos fundamentales de estas personas se vieron vulnerados, pero las distintas organizaciones que representan a las PcD continuaron trabajando para reforzar la participación en la toma de decisiones y en el diseño de estrategias de prevención. En marzo cumpliremos un año desde que el virus llegó a Chile y esperamos que a esa fecha existan respuestas a las demandas que han afectado a las personas con discapacidad durante esta pandemia. Si bien son tiempos difíciles, creemos que es el momento para seguir trabajando en políticas públicas que contribuyan a la inclusión mejorando así la calidad de vida de las personas con discapacidad.
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