Más allá de la crisis sanitaria provocada por el Coronavirus propiamente tal, hay que preguntarse que vendrá después, al parecer esta pandemia provocará cambios estructurales, económicos, sociales, culturales y políticos.
Esta pandemia ha traído consigo el repensar el diario vivir, se han reconsiderado los mecanismos de trabajo, hemos descubierto el rol del teletrabajo, lo mejor y lo peor de este, se está repensando el estilo de vida consumista, valorar espacios que antes no se compartían en familia producto de la rutina absorbente.
Ha quedado en evidencia que el modelo de desarrollo económico y social de nuestro país no es suficiente para entregar seguridad social y el cumplimiento pleno de los derechos fundamentales de la ciudadanía señalados en la Constitución, quienes se han visto más afectados son los trabajadores independientes, profesionales de diversas áreas, a personas del mundo de las artes, de la cultura, artesanos, hortaliceras, pescadores, entre muchos otros, que no han visto que el Estado les preste una mano de apoyo y se sienten cada vez más desprotegidos y vulnerables.
El sistema público de salud nuevamente da examen y aprueba con distinción frente a un sistema privado débil, que opta por reducir su rol de prestador y baja la cortina.
El modelo Keynesiano tantas veces citado por los progresistas y social demócratas aparece con fuerza, y de seguro será invocado en cualquier propuesta política de futuro. Claramente hoy en día el sistema neoliberal es incapaz de proteger a la ciudadanía, y solo puede otorgar seguridad a un segmento de la sociedad en función de su lógica de segmentación económica.
El rol del Estado vuelve a estar en boga, así como en 1957 bajo el Gobierno de Ibáñez, que también tuvo una pandemia que dejó a miles de muertos y un país empobrecido, y curiosamente en ese entonces también se dio la discusión sobre el rol del Estado.
La historia se vuelve a repetir, no cabe duda que las pandemias demuestran las falencias del sistema y su estructura, y que trae profundos efectos políticos y sociales.
Hasta este momento, el Gobierno está saliendo airoso del manejo sanitario, medido en términos de letalidad y enfermos que han requerido ventilación mecánica, pero ha demostrado una carencia en lo humano, al ver un Gobierno que prioriza lo económico ante lo social, falto de sensibilidad y empatía con los más vulnerables y la clase media, lo que hace cuestionarse las prioridades que debemos establecer bajo el sistema y la estructura que regule el Estado luego de esta pandemia.
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