¿Falta una política de logística nacional?

El Banco Central publicó recientemente su Informe de Política Monetaria (IPoM), proyectando que el crecimiento económico para este año será entre 1% y 2%. Además, en los últimos trimestres de 2022, la cifra podría reflejar una recesión, según algunos bancos. Para 2023 el panorama tampoco es muy alentador, ya que la tendencia podría ser negativa por el vaivén de los diversos factores nacionales e internacionales, fluctuando entre -0,25% y 0,75% en 2023, mientras que para 2024 se estima que el Producto Interno Bruto se expandiría entre 2,25% y 3,25%.

Tomando en cuenta lo poco alentador de este escenario, es necesario buscar diferentes fórmulas en todas las industrias para retomar la senda del crecimiento económico en Chile y de algún modo amortiguar la recesión técnica que se podría generar en el segundo semestre de este año. Una de estas soluciones se encuentra mediante la realización de una nueva política pública en relación con la logística nacional.

Se necesita con urgencia una política de logística nacional que genere eficiencia y eficacia en las cadenas logísticas de la producción chilena, tanto de importación como exportación. Desde ese punto de vista es necesario entonces agilizar los trámites de la importación y la exportación mediante una ventanilla única digital para que los importadores y los exportadores no tengan que ir ministerio por ministerio a generar distintos trámites que hacen que la cadena de suministro se vea retrasado y poco competitivo internacionalmente.

Por otro lado, es imprescindible avanzar en la generación de infraestructura para la logística nacional. Se requiere con urgencia activar un plan de generación de obras de infraestructura, dado que hoy tenemos una situación de congestión en el sistema en todos los frentes, tales como puertos, aeropuertos, carreteras, pasos fronterizos y no hemos activado los trenes de carga, lo que es tremendamente necesario y dar para otra columna entera.

También hay que generar una política de logística de última milla. El país no cuenta con esta estrategia nacional, y esto se ve reflejado en problemas como el hecho de que el Ministerio de Transportes no sabe cuáles son los usuarios de nuestras vías dentro de las ciudades. Sólo está al tanto de cuáles son las personas que están empadronadas en términos de la locomoción colectiva o transporte público, pero no conocemos cuáles son las empresas o trabajadores de las cadenas de suministro que están actuando dentro de las calles de las ciudades.

El contar con toda esta data e información nos permitirá conocer a los usuarios y operadores del sistema logístico para efectos de saber qué pasa con esa cadena de distribución, qué ocurre con esa logística de última milla, qué tipo de distribución de mercancías se está realizando, qué productos se transportan, entre otros. Mientras no sepamos esto, no podremos efectuar una gestión eficiente de aquellas flotas que están actuando sobre nuestra infraestructura vial y, por tanto, vamos a tener congestión permanente y en aumento en la ciudad de Santiago. Lo anterior es replicable en todas las regiones del país, pues sabemos que la gente está ocupando el automóvil, pero no conocemos a ciencia cierta quién lo está utilizando para alguna función de última milla o similar. Hay mucho por hacer y no hay tiempo que perder.

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