¿Fomento a la cultura? Falta mucho

Desafortunadas las palabras de la ministra de Cultura en una entrevista reciente. Desgraciadamente resalta desde sus dichos que tanto ella como otros ministros han acudido a ejemplos personales y referidos a sus hijos a la hora de hacer comentarios acerca de políticas estatales.

Esto que pudiera ser un buen ejemplo en el almuerzo dominical de cualquiera, no lo es a la hora de establecer parámetros de evaluación de las políticas públicas gubernamentales, pues por un lado cualquiera que sabe un mínimo de estadísticas entiende que el porcentaje utilizado en el ejemplo representa un número menos que insuficiente como para analizar el universo al que refiere, y por otro lado, la realidad personal de quienes ostentan estos puestos está muy lejos de parecerse a la realidad nacional. Sin dejar de mencionar que es bastante poco serio y desalentador que las propias ideas de un Ministro, representadas como objetivos de Estado, han sido un fracaso en su propia casa.

Dicho esto, y a pesar del mal ejemplo utilizado por la secretaria de estado y del evidente fracaso familiar en la educación de sus hijos (al menos en lo que se refiere al respeto por la actividad cultural), cae bien su inquietud y buena voluntad respecto del devenir de la sociedad nacional. Entonces, el entusiasmo demostrado debiera estar enfocado de manera más eficiente y por cierto eficaz para lograr sus objetivos institucionales.

Si es su deseo incrementar la participación de la ciudadanía en actividades culturales, entonces debiera ella ir a golpear la puerta del ministerio de Educación para que las actividades artísticas sean parte del currículum obligatorio en el sistema nacional de educación.

La música, la pintura, la escultura, la literatura, la poesía, el teatro, la danza, el cine, y las lenguas originarias (por región si es que existen) sean parte central del currículum y formación de nuestros ciudadanos. En menos de diez años tendremos público educado y que consumirá cultura. Digo la palabra “consumirá” para estar acorde con el pensamiento político-económico del actual gobierno.

Debiera también ir al mismo ministerio a conversar a cerca de la diversidad cultural que hay en nuestro país. No sólo la que ya existe gracias a las más de catorce culturas precolombinas que perduran en nuestro país (reparemos que hay más de siete que fueron exterminadas justamente porque no respondían a los cánones culturales de las respectivas épocas), sino también por las culturas que hoy en día están llegando a nuestro país.

Desde tiempos pretéritos hemos incorporado a nuestra sociedad a españoles, ingleses, italianos, croatas, chinos, coreanos, árabes, turcos, etc. Hoy en día a colombianos, ecuatorianos y haitianos. Ellos han llegado con su cultura y hay que acogerlos y respetarlos, e incorporar sus intereses y culturas a nuestra cultura chilena que debe ser una de las más heterogéneas que hay en Latinoamérica.   

Debiera ella también ir donde el ministro de Hacienda y decirle que es absolutamente necesario que incorpore en el presupuesto de la nación el financiamiento de las orquestas regionales, y de paso incorporar en los presupuestos el financiamiento de cuerpos estables en las entidades a cargo, sean estas municipios, universidades y otras afín. Y entonces fomentar la creación de coros, grupos de danza, grupos de teatro, pinacotecas, salas de cine, etc.

Debiera la señora Alejandra Pérez ir a los canales de televisión, donde es bien conocida, a promover (o negociar) la transmisión de programas culturales en horarios decentes, donde el espectador tenga la posibilidad de acceder a una buena cartelera.

Debiera ir a los grandes centros turísticos para promover y exigir el resguardo del entorno natural y humano, respetando las tradiciones locales, especialmente cuando se trata de lugares con herencia precolombina.

Y de paso ir al ministerio de Minería a pelear por los derechos de las comunidades indígenas (parte importante de nuestro acervo cultural), para que se respeten los recursos naturales, especialmente las aguas que han pertenecido desde siempre a las comunidades indígenas y que son el sustento primario para garantizar su existencia y por cierto su cultura. 

Debiera también incorporar a las políticas culturales la costumbre del pago de derechos de autor y propiedad intelectual en todas las reparticiones a su cargo, sin que esto signifique la marginación de obras musicales, teatrales, de danza, etc. a la hora de hacer las programaciones y que lamentablemente a la fecha han sido una piedra de tope para la incorporación de las mismas incluso en reparticiones bajo la administración del ahora ministerio, o incluso parte de negociaciones de los gremios para que esto se respete.

Todo lo anterior con el único fin de entregar a la comunidad todo tipo de actividades artísticas y culturales en un marco de respeto, tolerancia, y desarrollo de nuestra sociedad.

Cualquier otra cosa es challa. Es seguir tratando de demostrar preocupación para que la gente crea que la hay, pero sin una política de Estado en que se valore la cultura como parte fundamental del desarrollo de los pueblos.

Si la ministra hace lo que le propongo, le aseguro que  tendrá una estatua en más de una plaza nacional por el resto los tiempos, de lo contrario será una más en la lista de ministros a cargo del que debiera ser el más importante de los ministerios, pero que hasta ahora no lo ha sido.

Finalmente, y si se me permite, sólo un consejo.

No es un buen objetivo regalar vales para ir a alguna “cuestión”, sí lo es, tratar de entender el verdadero significado de lo que es la cultura y las culturas, y a la vez, tratar de compartir y educar en la visión y cosmovisión de todas las culturas y del mundo cultural para que alguna vez entendamos todos que el valor de lo cultural no es ir al teatro de vez en cuando (o re-vender la entrada), sino que cultura es respeto y valoración de las costumbres que encaminan y enmarcan nuestro actuar en sociedad. 

 

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