A 50 años del golpe de Estado civil militar, bien vale la pena relevar para la historia el paso significativo que ha dado este Gobierno por la memoria, la reparación y las garantías de no repetición, al recuperar para el Fisco el inmueble de Irán 3037 (exVenda Sexy), que funcionó como un centro de detención, tortura y exterminio clandestino durante la dictadura en la comuna de Macul, y que se caracterizó por ejercer de manera sistemática la violencia sexual contra hombres y mujeres.
El decreto expropiatorio publicado a comienzos de septiembre en el Diario Oficial es, sin duda, una señal potente contra el negacionismo y la impunidad que todavía impera en el país y que el Gobierno intenta cambiar -también- con el Plan Nacional de Búsqueda, Verdad y Justicia. Por primera vez Chile se compromete -a través de una política permanente- a esclarecer las circunstancias de desaparición y/o muerte de las personas víctimas de desaparición forzada, dentro de las cuales, 33 pasaron por calle Irán 3037.
Las luchas de organizaciones, como la Asociación Memoria y DD.HH. Irán 3037, encarnan una memoria que sigue viva. Por años nos han estado recordando que el Estado no sólo tiene una deuda con quienes desaparecieron o fueron ejecutados, sino también con quienes sobrevivieron a la tortura y a la detención, con las mujeres que fueron víctimas de vejámenes inaceptables, descritos en la ratificación de un reciente fallo de la Corte Suprema, que confirmó la condena de tres exagentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) por su responsabilidad en los delitos de secuestros calificados y aplicación de tormentos con violencia sexual, perpetrados en contra de seis detenidas del centro clandestino Irán 3037, y que todavía eran invisibilizados o tildados de "leyenda urbana".
Por Irán 3037 pasaron mujeres que fueron violadas, desaparecidas, trasladadas a otros centros de detención o ejecutadas. Desconocerlo es desconocer lo que han vivido las propias víctimas, y lo que han relatado los propios informes de derechos humanos.
No nos permitamos retrocesos. Fueron agentes del Estado los que cometieron estos crímenes, entonces es el propio Estado el que debe reparar.
Pero hay más razones por las que haber recuperado este inmueble para el Fisco adquiere tintes históricos en el marco de los 50 años. El Ministerio de Bienes Nacionales contribuye a la reparación simbólica a través de la recuperación de los Sitios de Memoria, y el caso de Irán 3037 es la muestra de que, con voluntades decididas, realmente logramos avanzar en la instalación del "nunca más".
Éste se suma a otra decena de lugares vinculados con la memoria con los que hemos estado trabajando en este Gobierno. Desde que el Presidente Gabriel Boric nos dio la misión de tener un Sitio de Memoria por región, hemos dado pasos muy concretos en esta dirección, y así hemos contribuido a recuperar Rocas de Santo Domingo, La Providencia en Antofagasta, Casa Piedra de Coquimbo, la Comisaría Barón en Valparaíso, exNido 20; la extenencia de Curacaví, la exclínica Santa Lucía, la fosa de Pisagua, la excárcel de Valparaíso, o el Memorial Cerro Chena.
Quiero detenerme en este último. Acabamos de entregar el permiso de uso provisorio a la Corporación Memorial Cerro Chena, lo que les permitirá honrar a sus familiares, construir un memorial y también investigar las osamentas que recientemente fueron encontradas en cajas en la U. de Chile. La memoria, como decía antes, no es cosa del pasado, sino que sigue viva.
Contribuir a la verdad y a la justicia nos inspira a seguir trabajando activamente en el proceso de entrega de destinación del Fuerte El Morro de Talcahuano y de Miraflores 724, en Temuco. Para este ministerio ninguna región está olvidada.
Estamos seguros de que el resguardo de las memorias individuales y colectivas que surgen de estos lugares, así como la defensa de los derechos humanos, tienen que ser nuestro legado para las nuevas generaciones. Por esa razón es que estamos poniendo además a los Sitios de Memoria en Google Maps, para que la ciudadanía que entre a internet sepa dónde están y pueda visitarlos. El llamado es a la sociedad entera. Si queremos que las generaciones futuras resguarden los principios básicos del Estado de Derecho, de la convivencia democrática, del trato igualitario, tenemos que poner en valor la memoria y sostener la educación en derechos humanos como un móvil.
Los caminos para llegar a estas recuperaciones, como la de Irán 3037, son siempre largos. Pero nos enseñan que cuando apostamos por al diálogo y el reconocimiento de las organizaciones de derechos humanos que han mantenido con persistencia vital la visibilización de estos sitios, avanzamos en políticas de Estado que garantizan una democracia más sana. Ahí radica la importancia de los 50 años.
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