La emergencia generada por el reciente sistema frontal, que ha dejado a más de 20 mil personas damnificadas, ha impactado nuevamente en la vida de las mujeres. En Prodemu sabemos de eso, trabajamos con mujeres rurales desde hace más de 30 años en conjunto con Indap en 15 regiones del país, y hemos visto en terreno cada vez que ocurre una emergencia cómo sus fuentes productivas se ven afectadas.
En la reciente emergencia casi 250 mujeres vinculadas a Prodemu permanecen aisladas, han perdido sus enseres o han sufrido la afectación de sus cultivos. La mayoría de ellas son parte o han egresado de nuestro programa Mujeres Rurales.
Considerando que la Organización de Estados Americanos (OEA) acaba de aprobar de manera unánime e histórica la declaratoria oficial del Decenio Interamericano por los Derechos de todas las Mujeres, Adolescentes y Niñas que viven en entornos rurales: una iniciativa que venía promoviendo la Red de Mujeres Rurales de Latinoamérica y el Caribe (Redlac) desde 2012, y que tiene como propósito lograr la efectiva participación de mujeres rurales en 21 países dentro de los cuales está Chile, diseñar acciones para que la reconstrucción se lleve a cabo con perspectiva de género y mirada socioterritorial se vuelve indispensable.
Si la invitación que nos hizo la RedLac, desde el Encuentro de Mujeres Rurales de Latinoamérica y el Caribe celebrado en abril pasado en Coyhaique, es visibilizar las múltiples desigualdades que afectan a nuestro género en la ruralidad, y desde ese reconocimiento generar intersectorialmente mejores oportunidades para las mujeres, hacer que este compromiso tome cuerpo y no se quede solo en las buenas intenciones, debería ser el motor de todas las gobernanzas e instituciones que cumplimos algún rol público.
A la luz de esta nueva emergencia, tenemos argumentos poderosos para hacerlo. En medio de una crisis medioambiental como la que atravesamos, dignificar la vida de las mujeres que habitan la ruralidad, no sólo es poner a salvo sus integridades y su seguridad social, sino la de todos y todas las que habitamos este planeta. La agricultura familiar campesina se sostiene principalmente en las manos de las mujeres, algo que en la pandemia también quedó en evidencia. "Sobrevivimos básicamente porque las mujeres rurales siguieron produciendo la tierra", tal como lo ha dicho la RedLac.
La escucha atenta a las mujeres que son guardianas de la tierra, las semillas y el agua, está poblada de recetas para la crisis hídrica, la contaminación y el calentamiento global que la humanidad necesita incorporar a sus políticas de conservación. No por nada la FAO -ya en 1995- sostuvo que el 50% de los alimentos en el mundo son cultivados por mujeres.
En Prodemu somos conscientes de la sabiduría territorial que ellas resguardan. Las más de tres mil mujeres que egresan cada tres años del programa Mujeres Rurales con un emprendimiento propio, son prueba de que cuando fortaleces sus liderazgos y competencias, son sus autonomías económicas y los tejidos de sus comunidades los que se benefician integralmente.
La invisibilización histórica de las mujeres rurales tiene relación con la pobreza de ingresos económicos y con la falta de oportunidades. Sin ir más lejos, si nos detenemos en los informes de caracterización que ha levantado nuestra dirección de estudios, podemos darnos cuenta de que la mayoría de las mujeres rurales de nuestro programa no han terminado la educación media y tiene niños o personas mayores bajo su cuidado, lo que hace que trabajen triples jornadas, ya sea como jefas de hogar sin derecho a remuneración, en empleos temporales o por cuenta propia que, en el 97,1% de los casos, adolece de un contrato.
Sus ingresos son menores a los 250 mil pesos pese a que encabezan las actividades agrícolas, pero además, en un mundo absolutamente digitalizado, 16,7% no cuenta con conexión a internet, lo que las expone a múltiples violencias y desigualdades socioeconómicas, políticas y culturales que, en las zonas más alejadas y extremas, se agudizan con cada emergencia, muchas veces en silencio y fuera de toda estadística.
Dignificar el campo a la luz de las consecuencias de este sistema frontal, es fortalecer la agricultura familiar y la soberanía alimentaria, pero para que esa reconstrucción productiva suceda es importante que las fichas básicas de emergencia (FIBE) que implementa el Ministerio de Desarrollo Social a través de seremías, delegaciones y municipios, así como el catastro agropecuario que levanta el Ministerio de Agricultura a través de Indap en los predios, incorpore los emprendimientos o unidades productivas dañadas por las lluvias que encabezan las mujeres rurales como parte de las pérdidas.
En Prodemu queremos ser parte de esas soluciones y por eso nos capacitamos para sumarnos a los equipos que encuestan, de manera de aportar con esa perspectiva de género que no siempre está presente en las grandes mediciones del país. Parece un detalle menor pero no lo es cuando tomamos consciencia de que los desastres naturales afectan doblemente a las mujeres, y también que sólo el 13% de las mujeres rurales a nivel mundial es propietaria de la tierra. Esto genera que muchas veces no sean ellas quienes respondan los catastros y sus voces queden nuevamente invisibilizadas.
¿Quieres saber más sobre las mujeres rurales con las que trabajamos? Revisa el Informe de Caracterización de Participantes
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