Goic y la DC ¿camino propio o camino de extinción?

Nuevamente la Democracia Cristiana se ve enfrentada al mismo dilema de los últimos 30 años o más: si desafía a su pacto de gobierno o si se desafía a si misma. Y una vez más demuestra que no tiene claridad hacia adonde ir. 

Su presidenta, Carolina Goic, va a ser candidata. Lo relevante es saber si llegará a la papeleta o, nuevamente, hará un rol testimonial, esperando que los demás partidos del pacto, ya no es posible llamarla “nueva mayoría” sin esbozar una sonrisa, les aseguren ministerios en eventual y cada vez más lejano gobierno de Guillier.

La verdad, ya no tiene mucho sentido para la Democracia Cristiana seguir ligados a la izquierda. La DC partido cuya declaración de principios se centra en la liberación humana por medio del concepto cristiano de la vida, conforme al cual el hombre sólo puede obtener su pleno desarrollo espiritual y material, difícilmente puede tener en común, doctrinariamente hablando, algo con el mundo laicista y aun declaradamente marxista de la izquierda chilena.

Que conste, no hay demonización en lo que expreso, sólo constatación de contradicciones, y en esos términos las definiciones doctrinarias de Maritain, un tomista de aquellos que creían en la Moral Natural, y los inspiradores de la DC se asemejan más a la centro-derecha que a la izquierda.

La alianza entre democratacristianos y socialistas, y su común pertenencia a la Concertación de Partidos por la Democracia, no tendría explicación sin la presencia de 17 años de régimen militar. 

La DC y la izquierda construyeron en torno al tema de los derechos humanos y la oposición a Pinochet una estructura que les permitió alcanzar el poder en 1989 por la vía de las urnas, derrotando a dos rivales: el Régimen militar y  la tesis armada del Partido Comunista y Gladys Marín reflejada en la Revolución Popular de las Masas.

Llegó a este pacto concertado la DC tras años de peregrinajes en una especie de “tercera vía autónoma”, en que evidenció más insuficiencias que éxitos. Ni la "Revolución en Libertad" ni la tesis del "camino propio" de Castillo Velasco pudieron cimentar el buen resultado electoral conseguido para la elección presidencial de Frei Montalvo,: su derrota de 1970 fue abrumadora.

En efecto, la oposición a la Unidad Popular, bien sabido es, fue dirigida por la DC, y no pocos, sino la inmensa mayoría de ella, fue partidaria del golpe de septiembre de 1973. La carta de Frei a Mariano Rumor, las declaraciones de Aylwin y cientos de antecedentes así lo avalan. Y en el pasado, tampoco fueron lejanos a la derecha, es cosa de recordar el entusiasmo con el que asumieron en los 40 la campaña de Cruz Coke como si fuera propia.

¿Por qué, tras el “accidente Pinochet”, como lo denomina Armando Uribe, se quedó la DC en la Concertación, al lado izquierdo? Simple, conveniencia y, por qué no decirlo, resignación política. 

La Concertación fue, durante la vida de Pinochet, la coalición política más eficiente en términos electorales que recuerde la historia de Chile. Y en ella, gracias al sistema binominal, la DC podía asegurar diputados y senadores. Y en esa comodidad, asimismo, podía mantener cuotas de poder en La Moneda, aunque en los últimos 10 años, durante los gobiernos de Lagos y Bachelet debieron resignarse con ser los “parientes pobres”.

Ciertamente, tal condición les generó escisiones y fisuras relevantes y perjuicio en las urnas, que evidencian hasta hoy. Aliados con el Partido Comunista, en un pacto impensable, la DC se extingue lentamente, porque contadicen su propia esencia. No olvidemos que la propia Falange Nacional, jóvenes conservadores escindidos del Partido Conservador hacia finales de los años 30′, justificaron su retiro de éste porque les permitía luchar de mejor modo contra el comunismo

Por más que Walker y Jouannet intentaren establecer en algún trabajo académico del 2006 un nexo intelectual entre la “nueva izquierda” y la DC, no pueden sino llegar a la conclusión que los nexos entre ambas son tan febles, que no puede descartarse la “mera coincidencia” como la fuente de alianza de ellas. Y, con honestidad, solo se explica tal pacto por el tan vilipendiado sistema electoral binominal, malditas ironías del destino.

Ahora que no existe el Binominal y ya no es necesario que la DC esté dispuesta a pactar con la Coalición por el Cambio, por lo que la tan añorada “tercera vía” a diferencia de años atrás podría resultar razonable para liberarse de sus “socios”. Al parecer llegó el tiempo de no seguir siendo el accionista minoritario, ese que hace pataletas en las juntas y que, en el fondo, es mirado con menosprecio por sus pares.

En ese escenario ¿qué hará la DC? ¿Seguirá su impulso natural de salirse de esta alianza con la izquierda, que al final del día le resulta ajena, de una “convergencia opositora”, pésimo nombre, por cierto, pues solo tiene sentido en la oposición y nunca en el poder que cada vez se radicaliza más y más hacia la izquierda? ¿Patear el tablero? ¿Pactar con la centro-derecha?

El escenario no les es propicio ni es fácil. La primera vuelta es el fin de la alianza política. La primaria es el fin de la identidad de la DC. Goic sabe que tendrá que decidir, ¿camino propio o camino de extinción?

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