La compleja tarea de Bachelet

Todo indica que Michelle Bachelet ganará la elección presidencial, ya sea en primera o en segunda vuelta.Los datos de la encuesta CEP de septiembre/octubre no han hecho sino confirmar una tendencia que se ha mantenido sin variaciones desde que ella dio a conocer su decisión de competir.

Es un hecho que la ex mandataria goza de la buena voluntad de la mayoría de los chilenos, más allá de las críticas de todo tipo que ha recibido por determinados aspectos de su gestión anterior y que provienen de la derecha y la izquierda.

El suyo es un caso excepcional de aprecio popular, vinculado seguramente a la noción de protección social con la que ella procuró identificar su gobierno entre 2006 y 2010. A los ojos de mucha gente, Bachelet aparece como la madre protectora y acogedora.

¿Dónde se ubica el núcleo más firme de sus adherentes? La encuesta CEP aporta algunas luces.

En cuanto a edad, se trata de las personas mayores de 55 años (57% de apoyo), y en cuanto a nivel educacional, se trata de las personas que poseen educación básica: entre quienes tienen de 0 a 3 años de escolaridad, la ex presidenta recibe 73% de apoyo, y entre quienes tienen de 4 a 8 años de escolaridad, recibe 61% de apoyo.Es evidente que, aunque cuenta con adhesión significativa en el estrato medio, su fuerza principal está en el estrato bajo.

Bachelet inspira confianza. Tanto es así, que mucha gente le ha perdonado las fallas o errores de su anterior gobierno. Se podría decir que esa gente no duda de sus buenas intenciones, lo que demostraría que cualidades como la rectitud y la cercanía pueden gravitar decisivamente en las definiciones políticas.

No son las únicas cualidades que influyen por supuesto, pero en la actual coyuntura parecen ser muy apreciadas, sobre todo por las familias que salieron de la pobreza en las décadas pasadas.

En la elección anterior, es posible que muchos electores hayan creído que el país necesitaba un exitoso hombre de negocios como gobernante, y votaron por Piñera.

¿Cuántas de las personas que, a fines de 2009, entregaban una amplísima aprobación a la gestión de Bachelet no se hicieron ningún problema en votar por Piñera?Miles, sin duda. No hay que esperar que los votantes sean “doctrinarios” o consecuentes. Cada día se sienten más libres para decidir.

¿Qué pasa con los programas? En realidad, los electores no votan por un programa, sino por una persona en la que hacen fe, a la que naturalmente asocian con ciertas ideas-fuerza, en el caso de Bachelet la lucha contra la desigualdad y a favor de los derechos sociales garantizados.

Los electores acuden a las urnas con una idea general de los programas -los títulos podría decirse-, pero sin haberlos leído ni mucho menos haber comparado las propuestas de los diversos candidatos. Esto no quiere decir que los candidatos puedan sentirse liberados de tener un programa, pero la mayoría de los ciudadanos, insistimos, no los lee; sólo se hace una idea general de ellos y votan por una persona en la que depositan su confianza y también sus expectativas de progreso personal.

Los programas deben concebirse, pues, como una hoja de ruta, en ningún caso como tablas de la ley que el gobernante debe cumplir a cualquier precio.Deben expresar una línea de acción, un orden de prioridades, pero no pueden ser un marco de hierro del cual el presidente se convierte en prisionero.Si las condiciones lo exigen, el gobernante debe estar dispuesto a elegir un curso de acción que incluso contradiga lo establecido en el programa, y explicar sus razones a los ciudadanos.

Si el resultado de la elección parece estar claro, lo que viene enseguida es muy complejo: gobernar de un modo fructífero para que el país progrese sobre bases sólidas.

Eso no será sencillo pues son muy altas las expectativas de la población, e incluso contradictorias las de un sector respecto de las de otro sector.

El Estado no podrá atender todas las necesidades. De partida, sus recursos dependen del dinamismo de la actividad económica. Si decaen las inversiones, si baja el precio del cobre y las demás exportaciones, si sube el desempleo, todo puede complicarse.Cada una de las grandes reformas ofrecidas –por ejemplo, la tributaria-, requerirá la presentación de proyectos de ley que, con toda seguridad, darán lugar a prolongados debates en el Congreso.

Quizás sea hora de explicar a los ciudadanos que Chile no resolverá los problemas que tiene de un día para otro, que a lo mejor será necesario ajustar los objetivos a las posibilidades de la caja fiscal, en fin, evitar que se produzcan frustraciones por el hecho de que no se puede hacer todo lo que se desea.

Es mejor no imaginar que Michelle Bachelet es el hada madrina que concederá todos los deseos.Es un factor positivo que, por haber gobernado, ella sepa que otra cosa es con guitarra.

El país puede avanzar hacia el desarrollo en los años que vienen y también reducir la desigualdad. Ello demandará articular los cambios con los elementos de continuidad. El nuevo gobierno partirá del punto que deje el actual. Habrá que asegurar la gobernabilidad y los amplios acuerdos.

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