Boric recibe un país con dos frentes críticos: un frente norte con una desatada crisis humanitaria y delictual; la migración ligada a la instalación de bandas internacionales de narcotráfico han instalado el sicariato, secuestro, secuestro exprés, prestamistas y la práctica de la extorsión. Es prácticamente imposible para la ciudadanía distinguir entre migrantes y delincuentes. Hay miedo, temor y rabia mezclada. Ello es peligroso y ha abierto una herida en la vida diaria de cientos de miles de chilenos y chilenas.
Y el frente sur en el Wallmapu, que según el discurso oficialista es calcado en su conceptualización a la crisis del norte, ya no con los migrantes sino con los mapuche. Narco-terrorismo, asesinatos, violencia rural, incendios indiscriminados. Para enfrentar esta crisis se decretó Estado de Excepción y se desplegó al Ejército, Armada, FACh, Carabineros, PDI y la ANI, junto a fiscales especializados y la acción de los Tribunales de Justicia, más recursos económicos extraordinarios para la acción policial y social mediante la Ley de Presupuesto durante los últimos 4 años.
La diametral diferencia de estas medidas en el sur contrasta con las paupérrimas e inexistentes medidas políticas, sociales, policiales o de participación de las FF.AA. en el norte.
Los gobiernos, todos, han "tolerado" la migración o la han propiciado con señales de llamada o visas especiales para extranjeros. Se ha actuado de manera distinta en cantidad, cualidad e intensidad en el sur a diferencia del norte. ¿Qué sucedió? ¿Por qué el Estado y los gobiernos han respondido de manera disímil? ¿Qué bienes y derechos se ha intentado cautelar y proteger en cada caso?
Son dos problemáticas graves, que configuran una pesada mochila para el futuro gobierno de Gabriel Boric y que sus antecesores le heredan sin una experiencia práctica que permita aprendizaje. Por el contrario, es la suma de fracasos del accionar público y la exacerbación de la fuerza por encima de la razón en el sur y la ausencia de la fuerza y prominencia de la contemplación en el norte, es decir, se han dedicado a contabilizar a los migrantes, no a impedir su llegada u apoyar su instalación social, humanitaria o inserción laboral. Esto último, la principal causa de la migración que muchos empresarios nacionales ven con simpatía ante la ausencia de la suficiente mano de obra para todos sus proyectos.
Tolerancia en el norte e intransigencia en el sur
Mano blanda para los que recién llegan al territorio nacional y mano dura para sus habitantes originarios presentes antes de que existiera el Estado nacional de Chile.
La UDI se apresuró a ser el primer partido político de Chile que tenía un Departamento de Militantes Migrantes, que recibían capacitación política y de integración a la sociedad chilena. Ninguna noticia de trabajo de socorro u apoyo a los cientos de miles que vagan en calles y carreteras de Chile. Y en una instrumentalización extrema, lleva en sus listas de candidatos de las últimas elecciones a connotados y acérrimos simpatizantes a la búsqueda de un cargo de elección popular.
No es difícil pensar que si se hubiera puesto suficiente atención a la política migratoria y a nuestro comportamiento en materia internacional, esta crisis tal vez no sería con menos migrantes pero al menos sabríamos quiénes son esos migrantes y Chile habría compartido esta situación con todos nuestros vecinos. Si se hubiera realizado una política de acción internacional con claridad del origen y causas de la migración, ésta no sería una crisis, sino una oportunidad como les gusta decir y reiterar a muchos economistas. Pero no se quiso y se dejó hacer. Y lo inaceptable es negarse a enfrentar la crisis y hacerla pasar al próximo gobierno.
Chile arde en sus extremos. Y la totalidad de los ministros en ejercicio está de vacaciones comenzando por el propio Presidente Piñera. Los gobiernos de regiones no distan mucho de ellos. Todos los seremis de vacaciones. El Congreso Nacional está convocado para el 21 de febrero con el fin de votar la propuesta del Gobierno de extender el Estado de Excepción, que en palabras del ministro de Defensa, ha bajado de 5 a 3 atentados diarios y en 10% los atentados incendiarios. Todo con la presencia de más de 3.000 miembros de las FF.AA., armados con total equipo de guerra.
Voy a votar una vez más en contra de esta extensión del Estado de Excepción que nada ha resuelto sino que lo ha agravado. La pregunta es ¿por qué no se ha actuado con igual decisión e inversión de recursos materiales y humanos en el norte como se ha hecho en el sur?
Un conductor de camiones fue asesinado en Antofagasta por "extranjeros", como lo consignan las autoridades y directivos de las policías. Fue arrojado al asfalto desde un paso de nivel de manera premeditada por un par de sujetos identificados como extranjeros, en un país con más de un millón de ellos. Los camioneros del norte responden como los del sur ante la quema de camiones y el asesinato de otro conductor que lleva a la aprobación de una ley especial, denominada con el apellido del camionero asesinado.
Pero en el Norte NO habrá estado de Excepción, ni ese conductor tendrá una ley con su apellido, porque el Gobierno tiene respuestas diferentes frente a iguales hechos que de diferentes tienen solo su localización geográfica.
En ambos casos hay un negacionismo antes las causas. Es decir, se describe la realidad pero se omite la causalidad. Las cosas son graves. La enfermedad es mortal pero los responsables de la salud sólo describen los síntomas, no se preguntan al menos públicamente por las causas. Se oculta el porqué de ambas situaciones.
Se acepta la invisibilidad o se desnuda tan parcialmente que es imposible de descifrar por qué llegan cientos de miles de migrantes a Chile. Qué pasa en su país. Y cuando es Venezuela se culpa a su gobierno y se calla el total y criminal bloqueo económico que ejerce EE.UU. sobre ese país. Solo hay un mal gobernante, dicen. No existe bloqueo alguno, reiteran.
Y en el sur se hace invisible la usurpación de las tierras de las comunidades mapuche primero por el Estado Chileno, luego por las forestales. Se presentan los hechos como violencia rural. Ni una sola referencia a la lucha histórica del pueblo mapuche por recuperar su tierra. Nuevamente se describe la realidad y se oculta la causalidad. Los incendios, el narcotráfico y el terrorismo. Ni una sola letra a la usurpación de tierras.
Que narco-terroristas tan especiales que queman casas y escuelas para que les caigan encima todas las FF.AA. y las policías. En ese contexto es claro que su negocio prospera y se hace rentable. Es eso lo que hace el narcotráfico en el mundo: hacerse notar y atraer todo el poder de fuego del gobierno sobre ellos. No resiste ni un segundo de análisis.
Pero el Gobierno insiste y Piñera no reconoce que NO cumplió su promesa de derrotar la delincuencia; no se les acabo la fiesta ni terminó la puerta giratoria. Hoy el Presidente de Chile subrogante deberá informar al ministro del Interior subrogante y este al seremi de Gobierno subrogante, que deben interponer otra querella criminal y habrá otro parlamentario o parlamentaria que presentará una ley para subir las penas contra los asesinatos del norte al igual que se hizo con los asesinatos en el sur.
Boric recibe un Chile incendiado en sus dos extremos. La situación se recrudece mientras el actual Gobierno goza de legales pero inaceptables vacaciones en una crisis que prometieron enfrentar 24/7.
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