La hora de nuevas decisiones

He insistido en muchos artículos y en el trabajo de la campaña que me preocupa el tono con el que nos hablamos, la facilidad para agredir o para responder con cierta violencia frente a cualquier cosa que aparezca como provocación, lo sea realmente o no.

Por eso, lo primero que quiero destacar es que al terminar las elecciones del domingo hubo declaraciones más respetuosas y moderadas. De Piñera y Guillier eso es esperable porque quieren captar votos. Pero también lo hicieron Kast, Goic, Sánchez y Enríquez Ominami. Y lo de este último quiero destacarlo. Dijo por la radio Cooperativa anoche, “Beatriz, no cometas el error que yo cometí en 2009, no dejes que domine la soberbia. Ejerce tu liderazgo”. La estaba invitando a votar por Guillier.

Goic, de acuerdo con lo que había dicho, señaló que no votará por Piñera y que las decisiones se tomarán en los organismos regulares. Todo bien. Salvo que ya Mariana Aylwin, apoyada por cartas a El Mercurio, están hablando de no votar por ninguno de los dos.

Si de algo han servido estas elecciones en la DC es para dejar en claro varias cosas.

La falta de sintonía de sus dirigentes con el pueblo, porque sus acciones no se condicen con lo que el Partido proclama como doctrina y las acciones han hecho ver a una DC vacilante, errática, poco resuelta. A pesar de que Goic fue muy distinta, pero no le creyeron los chilenos que fueron a votar.

Hay un rechazo a los liderazgos de siempre y quienes han manejado el Partido con sus máquinas de poder y manejos, han sido globalmente derrotados. Los resultados para el Senado lo dejan en evidencia, sobre todo cuando emergen con mucha energía y apoyo dos mujeres, ambas de un sector del Partido que está en profundo desacuerdo con la línea que han tenido las últimas directivas.

La Democracia Cristiana debe reorganizarse si quiere sobrevivir como una fuerza política con ideas y propuestas. No tiene sentido una DC para administrar “el desorden establecido” ni mucho menos para satisfacer el clientelismo como se ha generalizado en los últimos años.

El mundo de hoy exige ponerse de acuerdo con otros y no mirarse solo a un espejo que nunca te dirá las verdades que necesitas escuchar. Las formas, las estrategias, las estructuras, los estilos, los programas, deben ser revisados bajo el prisma de establecer si ser militante de un Partido como la Democracia Cristiana tiene algo distinto que militar en cualquier otro.

La Democracia Cristiana ha sido derrotada duramente y lo menos que podemos esperar es que los dirigentes actuales, como lo han hecho otros caracterizados por su solidez como moral, renuncien, a diferencia de lo que hicieron Walker y otros que se aferraban a los cargos pese a estrepitosas derrotas, renuncien de inmediato y asuma una directiva de emergencia formada por el Consejo Nacional que llame a elecciones urgentemente.

Esta derrota hay que asumirla con entereza, pero también con la frialdad necesaria para aplicar medidas drásticas que permitan volver a contribuir desde la perspectiva humanista cristiana a la transformación de la sociedad chilena.

El país se enfrenta a una nueva decisión entre dos: votar por uno u otro. Abstenerse es mantener las distancias actuales y por lo tanto dar el favor a la candidatura de la derecha. A eso han llamado algunos desde la ultra izquierda y hasta la ya nombrada militante DC. Esta es hora de definiciones, nos guste o no el candidato por el cual votamos. Porque el tema no es la simpatía o la antipatía, sino ver cómo se conducirá el país en los próximos cuatro años.

De lo que debe tratarse es de la capacidad de comprender que los rumbos, los sentidos del quehacer político, son más importantes que las eficacias expresadas en cifras. Porque éstas son expresión de resultados y lo que importan son los procesos humanos tras todo eso.

Veremos campañas aterradoras: que se nos viene la UP, que el chavismo, en fin, mucho eslogan barato. Yo sólo digo que va siendo el momento de definir si queremos seguir un rumbo, con las debidas correcciones, o preferimos revertir. No se trata del dilema “dictadura o democracia” de hace algunos años, pero sí de mantener lo que existe con pocos retoques o trabajar en la transformación de las bases de la convivencia nacional.

La agresividad en la política actual ha llevado a algunos medios de comunicación sólo a destacar los hechos conflictivos, tanto de las relaciones entre los políticos, como los que afectan a uno u otro candidato. Eso debe terminar. Necesitamos otro tono y una capacidad de entendimiento con apertura espiritual con disposición a ser el impulsor del bienestar del pueblo más un experto en todos los temas, una especie de director de orquesta que sabe de los instrumentos pero no es instrumentista, que sabe leer partituras sin ser compositor.

El próximo Presidente deberá ser capaz de aunar fuerzas mayoritarias y buscar grandes consensos sociales y políticos. Y los consensos se encuentran a partir de las ideas, las propuestas concretas, la visión de presente y de futuro, el conocimiento de la realidad, la comprensión de la historia. Desde dónde voy y a dónde quiero llegar, pero también saber cómo hacerlo. Muchas veces para avanzar de verdad, es necesario demorar un poco o tal vez incluso dar un paso atrás.

Y, por último, el Presidente de la República debe ser capaz de tener un modo de gobernar con apertura y criterio, buscando la integración de energías de contención y comprensión, pero también de iniciativa, asertividad, capacidad propositiva. Una persona con ideas claras y por ello dispuesta a conversarlas con todos.

Quien no dice lo que piensa (o no piensa lo que dice), quien se disfraza de una cosa para hacer otra, quien acomoda sus proposiciones fundamentales de acuerdo con encuestas semanales, sólo llegará a acuerdos que no conducirán sino a retórica inútil. Nadie más confiable que el que habla con claridad desde sus ideas, permitiendo concordar decisiones específicas.

Quien gobierne Chile deberá buscar consensos, a partir de pilares valóricos y doctrinarios, con un programa capaz de gobierno lo suficientemente general para que esté abierto al entendimiento.

Criterio, sabiduría, prudencia y audacia, pero sobre todo un modo de gobernar que considere respeto por las personas y las organizaciones, responsabilidad política, rigor, es lo que se requiere en esta hora.

Chile necesita armonizar su convivencia y eso exige una actitud diferente de lo que hemos visto en esta campaña, si no en todos, al menos en la mayoría de los candidatos.

El pueblo de Chile lo merece.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado