La transición tardía de Lagos Weber

Entrevistado por El Mercurio (16/03/2014), Ricardo Lagos Weber, senador del PPD, sostuvo: “Hoy se han abierto espacios y podremos discutir qué tipo de sociedad queremos y lo haremos por primera vez en 25 años. Esta es nuestra tardía transición en la que se tocarán temas de fondo”. Agregó que la transición vivida bajo los gobiernos de la Concertación había sido “bien mañosa” y que los “los acuerdos empezaron a ser más importantes que el fondo de las cosas”.

No tiene nada de particular que una fuerza política que recién llega al gobierno se vea a sí misma como la novedad completa, encarnación de la luz que iluminará todos los ámbitos de la sociedad y dejará en evidencia cuán oscuro fue el pasado.Son las servidumbres del partidismo.

Lo novedoso en este caso es que ese pasado tuvo al PPD como un actor principal.El propio senador fue ministro del primer gobierno de la Presidenta Bachelet, el cual parecía digno de defenderse en aquel tiempo, pero que ahora –como han cambiado los vientos- es parte de ese pasado dudoso en el que, según él, no hubo espacios para discutir “qué tipo de sociedad queremos”.

Por eso, dice, estamos ante una transición tardía, porque antes no pudieron tocarse “temas de fondo.”Pero ahora sí podrán tocarse con el gobierno de la Nueva Mayoría.

La tarea iniciada en 1990 permitió recuperar la convivencia pacífica y el pluralismo; iniciar la reconstrucción del Estado de Derecho; restablecer el respeto de los derechos humanos; avanzar en cuanto a la verdad, la justicia y la reparación respecto de los crímenes de la dictadura: asegurar el compromiso de las FF.AA. con la democracia; y a la vez, reducir sustancialmente la pobreza y alentar el crecimiento económico.

Así, nuestro país se reintegró a la comunidad internacional y se ganó un buen nombre que dura hasta hoy. No es casual que Chile y Uruguay sobresalgan en todos los indicadores internacionales sobre América Latina.

Es lamentable que numerosos parlamentarios de centroizquierda hayan llegado a la conclusión, sobre todo por razones electorales, de que el “pensamiento correcto” es hoy juzgar desdeñosamente la experiencia de los gobiernos de la Concertación, que representó un período que no admite parangón con ningún otro de nuestra historia en cuanto a los progresos alcanzados.

¿Con qué otra etapa habría que comparar a los gobiernos de Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet en materia de avances sociales, económicos e institucionales? Que alguien lo diga. Y eso no es conformismo, sino constatación de hechos, mínima perspectiva histórica.

Hubo temas de fondo que no se tocaron, dice el senador pepedeísta. ¿Podríamos considerar como temas de fondo el encarcelamiento de Manuel Contreras Sepúlveda, jefe de la represión pinochetista, y los procesos a muchos agentes de la dictadura gracias al apoyo de los gobiernos concertacionistas a la misión de los tribunales? ¿Y la tarea de las comisiones Rettig y Valech?

¿Temas de fondo? Vamos viendo. ¿Quizás la creación del Sernam y el conjunto de leyes que han promovido los derechos de la mujer?

¿O la reforma procesal penal, que permitió un salto modernizador del sistema de administración de justicia?

¿O la creación de la legislación medioambiental?

¿O los múltiples tratados de libre comercio?

¿O la ley de divorcio? ¿O el sistema de protección de la infancia? ¿O la reforma previsional con pilar solidario para los adultos mayores pobres?

Son sólo botones de muestra. ¿Faltó hacer esto y aquello? ¡Por supuesto! ¿Hubo cosas que no se hicieron bien? ¡Sin duda! ¿Se equivocaron los presidentes al designar a ciertas personas en determinados cargos? ¡Por cierto que sí! Pero el balance global resiste bien el juicio ciudadano.

El rumbo fue el adecuado, y pudo haber sido el de Venezuela o el de Argentina, países que hace 40 años le llevaban amplia ventaja a Chile en todos los terrenos, y que hoy, debido al populismo, sufren dificultades de toda clase.

Lagos Weber dice que en los años de la Concertación “los acuerdos empezaron a ser más importantes que el fondo de las cosas”. Su deber sería dar ejemplos. ¿Cuál de los cuatro presidentes avaló esos acuerdos de mentira? En realidad, su afirmación es una forma de competir con el discurso maximalista que abomina de los consensos pues los considera traición.

¿Y qué son los consensos? Compromisos, naturalmente. Y sucede que la política democrática se construye sobre ellos.

Hay mucho por hacer para que Chile sea mejor en todos los terrenos. Necesitamos que la prosperidad y la solidaridad vayan de la mano, que la política sea mejor, que el Congreso recupere autoridad, que la decencia prevalezca sobre las maniobras oportunistas.

El régimen democrático necesita que los partidos sean instituciones confiables, con debate interno y funcionamiento transparente, con finanzas limpias, y no máquinas clientelistas ni agencias de empleos.

Al referirse a lo que viene ahora, Lagos Weber afirmó que “como partido nos corresponde llevar a cabo el programa sin chistar”. Qué curioso es eso de “sin chistar”.

¿Dejó el PPD de ser un partido político con capacidad crítica y respeto por sí mismo, o definitivamente ya es otra cosa?

Esperemos que el nuevo gobierno represente una etapa de avance para el país.Más allá de cualquier retórica refundacional, se necesita una gestión fructífera, que fije prioridades con buen criterio, reduzca las desigualdades y encabece un esfuerzo nacional de progreso duradero.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado