¿Marcar el voto? No, votación limpia

Algunos sectores han hecho campaña para que, además de votar por determinado candidato el domingo 17, los electores marquen las letras AC en el voto, que es la forma que han escogido para hacer propaganda a la idea de convocar a una asamblea constituyente que redacte una nueva Constitución. No queda claro si sugieren que el votante marque tanto el voto presidencial como el de senadores, el de diputados y el de consejeros regionales.

Es cierto que nada impide que los electores marquen el voto si quieren hacerlo, pero el asunto se presta para enredos y puede generar no pocas controversias en el momento del escrutinio. Así parece haberlo entendido Marcel Claude, partidario de la asamblea, que hace un par de semanas llamó a no marcar el voto, preocupado al parecer de que ello le signifique perder preferencias.

Pasemos por alto el hecho de que la marca AC designa una entidad de contornos difusos, que no existe en nuestro actual ordenamiento y cuyos alcances son interpretados de diversas maneras según quien los explique. Algunos grupos radicalizados parecen imaginar una especie de cónclave que se elegiría de un modo que les permitiría ganar una influencia mucho mayor que la que hoy muestran en las universidades u otros lugares.

Suponiendo que muchas personas marquen las letras AC, sus efectos políticos son un misterio.Sólo cabe imaginar distintas formas de presión sobre el próximo gobierno para forzarlo a actuar en el sentido deseado por los asambleístas.

Como pocos discuten que Michelle Bachelet tiene las mayores posibilidades de ser elegida, esas presiones no le facilitarían precisamente la compleja tarea que le aguarda. Es obvio que el Congreso tendrá mucho que decir en cuanto a precisar la forma y el fondo de los cambios constitucionales.

El llamado a marcar el voto sobrepasa el propósito de la elección. El Servel debe asegurar que el proceso cumpla estrictamente con lo dispuesto por la ley de votaciones y escrutinios, y garantizar por lo tanto que los resultados del pronunciamiento ciudadano sean legítimos para todo el país.

Habrá escrutinios para presidente de la República, senadores, diputados y consejeros regionales.Y nada más. Eso es lo que manda la ley en este caso, y se supone que las fuerzas políticas legalmente inscritas tienen la voluntad de seguir actuando dentro de la ley.

Se puede estar o no de acuerdo con la idea de la asamblea constituyente, pero el criterio de usar la papeleta electoral para hacer propaganda a esa idea o cualquiera otra, es definitivamente contrario al sistema de elección de los representantes ciudadanos y puede contribuir a desnaturalizarlo. La libertad de expresión permite hacer campaña por los más variados objetivos, pero no autoriza a desvirtuar un instrumento clave para la vida democrática como es el sufragio.

Podemos imaginar lo que significaría que mañana diversos grupos se sintieran autorizados a usar el voto para efectuar, por así decirlo, “plebiscitos de facto” sobre esto y lo de más allá. No se puede esperar nada bueno de la banalización del acto de sufragar.

Bien sabemos cuánto nos costó restablecer las elecciones libres. Necesitamos cuidar esa conquista esencial, sobre todo si queremos tener una mejor Constitución, objetivo compartido por la amplia mayoría de los chilenos.

En tal contexto, tenemos que evitar que la elección del domingo 17 se contamine con iniciativas ajenas a los objetivos específicos por los cuales ha sido convocada.Por bienintencionadas que sean, esas iniciativas simplemente exceden el ámbito del pronunciamiento ciudadano.

La limpieza del proceso electoral también debe entenderse en el sentido de no ensuciar el voto.

Debemos marcar preferencia para elegir presidente de la República, senadores (en las regiones que corresponde), diputados y consejeros regionales, y eso ya tiene enorme trascendencia.

Ojalá participen muchos más votantes que en la elección municipal. Esperemos también que no haya irregularidades en ningún centro de votación y que, al final de ese día, tengamos resultados inobjetables.

No confundamos, pues, a los electores con llamados equívocos.Además de indicar preferencia por el candidato escogido en cada papeleta, no es necesario agregar ninguna otra marca.

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