¿Un Gobierno sólo para los amigos? Gracias, pero no

Con mucha sorpresa hemos escuchado la cuenta pública del Gobierno y del Presidente Piñera, no sólo porque -en verdad- cuesta entender en qué país vive el Mandatario, sino que además por un lenguaje agresivo que nos recuerda directamente al general Pinochet en plena dictadura.

De la cuenta pública del Presidente se desprende que este país está mejor que nunca, que todos los males y problemas sociales se arreglaron de la noche a la mañana, por el solo hecho de que él es quien está al mando, que “ahora sí que las cosas funcionan y que ahora sí que las cosas se hacen bien”.

¿En qué país vive el Presidente? Vive en el país de los grupos de poder, de las grandes empresas, vive en lugares donde no hay mayores sobresaltos, ni problemas, vive en medio de una derecha que sólo ve valor donde hay resultados económicos que exhibir, donde la ganancia es lo que manda.

En verdad, cuesta mucho comentar una cuenta pública cuando se presenta un país que no existe.

Todos los días vemos cómo miles de familias esperan una reconstrucción que no llega o que llega de manera parcial, o peor, que llega a costa de irregularidades como la que protagonizó la ex Intendenta estrella del Gobierno.

¡Pero el Presidente acaba de decir que prácticamente han cumplido con todo! ¿Quién entiende?

La única explicación plausible, es que tanto el Presidente, como su Gobierno y los partidos que lo respaldan, quieren un país que les diga que sí a todo, que les crea todo lo que dicen y que no critique, ni plantee otras forma o caminos para hacer las cosas.

Un Gobierno sólo para los amigos. Gracias, pero no.

Escuchamos una batería de anuncios que ya se habían hecho, una serie de logros que contienen medias verdades o interpretaciones al menos dudosas, logros que no son de su Gobierno en rigor, pero ¿cómo explicamos esto a la ciudadanía?

Aclaremos las cosas. El post natal de este Gobierno quería quitar derechos ya ganados a las mujeres, quería limitar la cobertura y estaba más preocupado de no afectar los intereses de las empresas. Que hayamos tenido este avance, es gracias a la Concertación que le dijo No al intento por eliminar derechos ya existentes. La letra chica que el Presidente intentó pasar en este proyecto se cayó en el Senado.

Le dijimos claramente. “Gracias, pero no”.

Es lamentable tener que escuchar una hora y media de medias verdades, pero también es inquietante escucharlas con un tono que a veces recuerda a una dictadura.

El Gobierno ha tildado de “violentistas” a gente que se indigna legítimamente ante un Ejecutivo que no cumple o que cumple una parte de sus anuncios, tilda de “delincuentes” a familias enteras que salen a la calle a manifestarse pacíficamente contra las decisiones medioambientales…

Cuando la derecha llega a plantear que si la oposición vota que no a la idea descabellada de retroceder en derechos ya ganados “comienza el fin de la democracia”, es que estamos viendo en vivo y en directo la vuelta de los peores años del largo régimen que tuvo a la derecha en el poder.

Es cierto que la Concertación tuvo 20 años para hacer mucho más. Pero que el Presidente hoy venga a vanagloriarse con el Auge, el post natal o la reforma previsional, sólo es posible gracias a lo que avanzamos con la Concertación.

El crecimiento espectacular que nos describió fue fruto de bases sentadas años atrás y de los efectos de rebote de la crisis y el terremoto; con un crecimiento de empleo dudoso, de mala calidad y sin protección, donde claramente este crecimiento se queda entre los de siempre.

Un Gobierno que iba a ser de excelencia, día a día nos muestra su impericia y su improvisación. Gracias, pero no.

Como Concertación nos equivocamos muchas veces, es verdad y no es mi ánimo esconder esos errores. De ellos se aprende y una cosa que sí es aprendizaje duro, es que tenemos que interpretar mejor los sueños de la gente, de los jóvenes, de las mujeres, las minorías sexuales, los pueblos originarios, los trabajadores.

No sólo el mercado importa, allá afuera hay un país que demanda más y tenemos la obligación de responder.

Si todo fuera tan idílico, si el país en verdad fuera el que describió el Presidente este 21 de mayo, ¿entonces por qué ha habido cientos de miles de chilenos manifestándose en las calles durante esta semana?

Insisto, el país que nos ofrece este Gobierno es raro, extraño. Gracias, pero no.

Queremos más democracia, más justicia social, más participación, pero de verdad, sin letra chica.

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