El profundo silencio del Minsal

Desde hace cuatro semanas que las y los trabajadores de la salud, en sus diferentes estamentos, nos hemos movilizado para manifestar nuestro malestar por diferentes demandas no concretadas, mejoras en las condiciones laborales y por el respeto hacia quienes durante la pandemia pusieron el pecho, arriesgando sus vidas por la salud de Chile.

De hecho, la Confederación Fenats ha convocado a paro en dos ocasiones: los días 12 y 13 de septiembre, a modo de advertencia por los despidos de 6.300 funcionarios a honorarios que ingresaron al servicio durante la pandemia y que luego fueron reubicados en funciones clínicas dentro del sistema de salud, reforzando la cobertura y la atención en diferentes servicios; y, con los despidos concretados, desde el 2 de octubre nos encontramos en paro buscando reintegrar a los compañeras y compañeros desvinculados y que el gobierno se haga cargo de los compromisos en materia de carrera funcionaria, incentivo al retiro y asignación técnica que hasta la fecha cuentan con nulo avance.

El despido de los 6.300 funcionarios se ha decidido con criterios absolutamente financieros, buscando el saldo positivo en las plantillas de Excel ministeriales. El criterio sanitario, que debe considerar la capacidad del sistema de atender el actual volumen de casos y de ir reduciendo las listas de espera, y el criterio político de esta decisión quedaron guardados en los escritorios del Minsal y el Ministerio de Hacienda.

El argumento de las desvinculaciones es que las funciones de estos trabajadores se vinculan a la Alerta Sanitaria de la pandemia del Covid-19, la que finalizó el pasado 30 de agosto. Esto es un error intencionado o una mentira a secas, pues de los 32 mil trabajadores a honorarios que ingresaron durante la emergencia pandémica 20 mil fueron despedidos en 2022, y los 12 mil restantes fueron redistribuidos a diferentes funciones clínicas, reforzando la atención, levantando camas críticas en diferentes zonas del país y aliviando la presión del sistema en diferentes establecimientos.

A este problema se debe sumar el nulo avance en diálogos de diagnóstico que desde el año pasado llevamos adelante para ver carrera funcionaria, asignación técnica e incentivo al retiro. Aquí solo hemos tenido reuniones amenas, buenas palabras y nada concreto.

Así las cosas, es preocupante el silencio público y privado del Ministerio de Salud. El diálogo ha sido mínimo, casi nulo, con la ministra Ximena Aguilera, con quien solo pudimos sentarnos a la mesa la semana pasada para informarnos que "no había plata", siguiendo el guion entregado desde Hacienda, y que había un importante aumento en el Presupuesto 2024. Lamentablemente el problema lo tenemos ahora.

Similar situación con el subsecretario Salgado, quien a pesar de ser consciente de la necesidad de esos 6.300 trabajadores para el sistema, tampoco se sale del marco. Incluso más ha llegado a señalar que "el sistema no caerá" sin estos funcionarios. Probablemente no caiga, ya está suficientemente cerca del suelo.

El silencio del Minsal es preocupante porque demuestra desconexión con la realidad que se vive en los establecimientos de salud a lo largo del país, ni tampoco con las condiciones de trabajo en las que desarrollan sus labores las y los trabajadores de la salud. Tampoco pareciera percibir el nivel de estrés de un sistema que con decisiones de este tipo le siguen metiendo presión a la salud público, que permanentemente da muestras de colapso.

La inacción de las autoridades del Ministerio de Salud sólo puede generarle un grave problema político al Presidente Boric. Las comisiones de Salud de la Cámara y el Senado han manifestado su intención de rechazar el Presupuesto 2024 si se mantienen los despidos. Y de avanzar el conflicto con los gremios no es descartable una articulación de organizaciones de la Salud para hacer presión.

Esperamos que el Minsal de una vez saque el habla.

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