Salud, prioridad para el presupuesto 2017

El reciente anuncio del Gobierno de distribuir los recursos en base a prioridades tales como salud, educación y seguridad, responden al grito ciudadano frente a cuestiones que producen miedo e incertidumbre a las personas, en cuanto al control de su propia vida y el cuidado de su enfermedad, exigiendo una respuesta y posición clara del Estado.

Ahora, ¿cómo se dará forma a esta prioridad presupuestaria? Y ya definido el sector Salud como prioritario, ¿en qué área del mismo se pondrán finalmente los recursos?

Sabemos hoy que Chile -única nación sudamericana integrante de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)- lidera el ranking de desigualdad socioeconómica, siendo el país con más desigualdad entre el periodo 2006 al 2011, dentro de 34 naciones.

Según la medida de desigualdad de Gini –en la que 0 corresponde a  la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y 1 corresponde a  la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno)- Chile obtuvo 0,503, muy lejos de otros países como Dinamarca, que obtuvo 0,261.

Este estudio de la OCDE (2015) indica que hoy el 10% más rico gana 26,5 veces más que el 10% más pobre, superando en más de un 100% el promedio de los países de esta Organización internacional.En salud, considera que el principal elemento de inequidad es el gasto de bolsillo, es decir lo que las personas desembolsan directamente como copago de sus prestaciones; según la OCDE este gasto alcanzó 33% del total, ocupando así  uno de los peores lugares entre los países miembros.

En otros aspectos de salud pública, Chile es uno de los países con mayor consumo de alcohol y el cuarto con mayor consumo de tabaco, además de ser el sexto con mayor índice de obesidad. Por otro lado, es el país de la OCDE que menos gasto público destina  a la protección del medio ambiente.

El panorama, al compararnos con estas otras 33 naciones, resulta nada alentador. No nos queda otra alternativa que “nivelarnos hacia arriba”, vale decir avanzar en corregir estas mediciones para caminar como lo han hecho estos países.

Sumado a lo anterior, hoy constatamos un descontento generalizado con respecto a la atención de salud, observando en las encuestas que el 70% de la población coloca a la salud y la seguridad como los principales problemas en el país.

En consecuencia, parece bastante acertado el anuncio del Gobierno, sin embargo la pregunta de los énfasis y el dónde se ubicarán los recursos sigue siendo de la más alta relevancia, en el sentido de que no debiera aumentarse la desigualdad social, sino que sería aconsejable reforzar las estrategias que promuevan la salud y no sólo aquellas inversiones que sostengan el círculo de la enfermedad, ya que éstas son inefectivas para lograr mejorar de verdad la salud de las personas.

El crecimiento económico por sí solo y el mercado como mecanismo de operación social, no son capaces de atender equitativamente las necesidades de salud de las poblaciones,  en lo que hay que avanzar es en la superación de las desigualdades. Las políticas públicas requieren abordar especialmente a aquellos grupos más desfavorecidos y ayudarlos a alcanzar todo su potencial en salud. Las diferencias entre los distintos grupos sociales son innecesarias, injustas y evitables.

Es altamente probable que si asumimos la equidad como norte y la solidaridad como principio estructurante de las políticas sociales, poniendo en el centro la salud, no nos equivocaremos al momento de definir las partidas presupuestarias. 

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