Tenerle fe a la GenAI como catalizador de cambios sociales positivos

Sebastien Leroux

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Parece existir un cierto optimismo económico en términos generales en el mundo. Casi el 60% de los líderes empresariales anticipan un crecimiento económico global en los próximos 12 meses, lo que significa un aumento significativo respecto al 38% del año anterior, indica la última Encuesta Anual Global de CEOs de PwC.

Esto no tiene tanto que ver con lo que Trump pueda hacer en materia de pacificación en el conflicto ruso-ucraniano, o los mejores indicadores que se ven en China. Sino más bien, al impacto que pueda tener la Inteligencia Artificial Generativa (GenAI).

En efecto, el 56% de los CEOs reportan que la GenAI ha mejorado la eficiencia del tiempo de trabajo de sus empleados, y más relevante aun, un tercio indica que esta tecnología ha incrementado sus ingresos y ganancias. En suma, la disrupción tecnológica, a la que hay que tenerle más fe que temor, genera confianza como herramienta para enfrentar decisiones estratégicas críticas.

Cruzando optimismo con realismo, GenAI puede ser visto no solo como un mecanismo de eficiencia financiera o para vender más rápido, sino también como un puente para personalizar la interacción con las personas.

¿Cómo así? La capacidad de analizar datos y entender las necesidades individuales permite a las marcas construir relaciones más humanas y relevantes. Refuerza la idea de que las marcas deben utilizar la tecnología para escuchar y responder a las emociones y valores de las personas, lo cual se les ve facilitado con esta herramienta.

Un ejemplo claro de esto en América Latina es el caso de Rappi, la plataforma colombiana que ha integrado GenAI para mejorar la experiencia del usuario. A través de algoritmos avanzados, la empresa personaliza recomendaciones, optimiza rutas de entrega y agiliza la atención al cliente, logrando una mayor fidelización y eficiencia operativa. Este tipo de implementación no solo mejora el negocio, sino que refuerza la cercanía con los consumidores, ofreciendo soluciones más alineadas con sus necesidades y comportamientos.

A pesar de las oportunidades, los desafíos permanecen. Aún falta avanzar en materia de la confianza que despierta la GenAI, lo que genera un lento ritmo de reinvención, y además la necesidad de abordar cuestiones interrelacionadas como la sostenibilidad y la reconfiguración de ciertas industrias, como el caso energético en Chile.

Manos a la obra

Por lo tanto, entre los próximos pasos sugeridos asoma el priorizar la integración responsable de la IA para maximizar su impacto y generar confianza entre las partes interesadas, así como redefinir modelos de negocio que permitan atender las necesidades cambiantes de los clientes y las oportunidades de mercado emergentes.

Planteo directamente que el propósito debe ser el eje de la innovación. Esta es una oportunidad para que las marcas integren valores que resuenen con las expectativas de los consumidores; las marcas deben ir más allá del producto y construir conexiones significativas que impacten en la vida de las personas. Estas inversiones no deben ser vistas como meras estrategias de negocio, sino como una forma de transmitir autenticidad y compromiso, valores que inspiran lealtad en los clientes y empleados.

Toda esta reinvención debe ir con un enfoque humano, esto significa que las marcas deben reinventarse teniendo siempre en mente el impacto humano, alineando sus estrategias con los deseos, aspiraciones y necesidades de sus audiencias, siendo catalizadores de cambios sociales positivos.

Las empresas que fallan, en conectar emocionalmente y en generar confianza, están destinadas a perder relevancia en un mundo donde las personas demandan más de ellas. Están a tiempo de ponerse las pilas y ser co-creadores los humanos utilizando de forma ética y positiva la IA.