Compromiso, no caridad
En Chile, la educación inicial sigue siendo la gran deuda social. Mientras el lugar de nacimiento determina en gran medida el futuro de los niños, el presupuesto de la nación es el más bajo por nivel educativo, creciendo apenas 3,9% respecto al año 2024 y frente a un casi 10% en educación superior.
La evidencia es clara: Invertir en educación inicial mejora la escolaridad, reduce la deserción y fortalece la economía a largo plazo. Un país con educación de calidad es un país más productivo, equitativo y resiliente. Sin embargo, hoy el financiamiento y la calidad educativa siguen siendo desiguales. Es aquí donde la filantropía y la colaboración público-privada pueden marcar la diferencia.
Las empresas tienen una oportunidad única de contribuir al desarrollo del capital humano en sus propias comunidades. Invertir en la educación de los hijos de sus colaboradores o en programas que fomenten el aprendizaje de los niños de sus lugares productivos no solo es una estrategia de impacto social, sino una decisión que beneficia a largo plazo la competitividad del país. Países que han fortalecido la relación entre educación, comunidad y sector privado han logrado reducir las brechas de desigualdad y mejorar sus economías y, por supuesto, el tejido social.
En Familias Primero impulsamos un modelo de colaboración donde empresas, familias y comunidades trabajen juntas para fortalecer la educación desde la infancia, aportando puentes entre los colegios, familias y comunidad. La filantropía no puede ser vista como un acto aislado, sino como un pilar fundamental en la construcción de un país con mayores oportunidades.
El rol del sector privado es clave para romper estas barreras y generar verdadera movilidad y cohesión social.
No dejemos a la educación solo como una tarea del Estado; las empresas, otros actores, tú y yo debemos comprometernos activamente. Porque lo que un niño aprende en su infancia define su futuro y el de toda la sociedad.
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