El Consejo de Seguridad y el derecho a veto en Naciones Unidas

En los difíciles momentos que vive hoy la humanidad, Rusia -miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas- agredió a Ucrania, vulnerando su soberanía e integridad territorial; e Israel invadió la Franja de Gaza, vulnerando el Derecho Internacional Humanitario y la Cuarta Convención de Ginebra de 1949, que otorga protección a los civiles en los conflictos armados, con el apoyo de Estados Unidos que ha ejercido el veto en oposición al cese al fuego.

Así, el derecho a veto impide adoptar las acciones del Consejo de Seguridad, vulnerando el orden jurídico internacional y pone en peligro la paz y la seguridad internacionales. Urge una reforma estructural al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que se discute durante años sin resultados. Los países victoriosos en 1945 no se desprenden voluntariamente de su poder. La reforma busca aumentar el número de miembros permanentes, con un equilibrio regional, incluyendo a Alemania, Japón, India, Sudáfrica, Brasil y Australia.

El Consejo de Seguridad debería estar compuesto por 11 miembros permanentes y 10 países no permanentes elegidos por la Asamblea General.

El derecho a veto no debe ser ejercido por un solo país y paralizar una resolución, como ha sucedido en Gaza, en la que el veto solitario de Estados Unidos, oponiéndose al alto al fuego, permitió la continuación del genocidio, los crímenes de guerra y lesa humanidad contra la población civil palestina, en oposición a la voluntad de la mayoría de los 193 países de la ONU. El ejercicio del veto debería contar con una mayoría de seis de los 11 miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

El desafío histórico que representa el cambio de siglo recoge la aspiración de los pueblos de garantizar la vigencia vinculante de un orden internacional multilateral, con un reformado Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

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