La encrucijada global

Gonzalo Wielandt

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Estado Unidos después de 2010, específicamente desde la administración Obama, reinstala en el actual concepto de seguridad nacional un antiguo enemigo en su nueva forma, Rusia. La nueva noción es la remergencia de la tesis de Zbigniew Brzezinski, consejero de Seguridad Nacional de la administración Carter, de dominar Eurasia como eje geoestratégico del mundo. La administración Biden ejecuta la tesis provocando a Rusia, para llevar a cabo su operación militar especial sobre Ucrania.

Rusia, que en un principio tuvo un error de cálculo estratégico, apostó a presionar al ejército ucraniano a realizar un golpe de estado, ignorando que el servicio de seguridad ucraniano había purgado a sus fuerzas armadas de oficiales prorusos. Rusia debe replegarse, conquistando posteriormente gran parte del este y sur de Ucrania, donde reside la mayor parte de la población rusoparlante, donde -de hecho- muchos de ellos ya eran ciudadanos rusos o bien viven de la seguridad social rusa.

¿Dónde yace el problema? La tesis histórica de los demócratas de atacar a Rusia concibe en su misma autodestrucción, la que consiste en que, en vez de potenciar un eje para mitigar el poderío de China, lo refuerza, obligando a Rusia a cubrirse las espaldas con China. O sea, la tesis demócrata es su propia sepulturera, cuyo corazón es el liberal-globalismo, cuya pretensión es imponer a como dé lugar determinadas agendas ideológicas. Una de ellas es el desmantelamiento de los Estados nacionales para permitir el predominio de las estructuras supra y transnacionales y la otra es la ideología de género como control moral de la población, tanto de la perspectiva demográfica como ética.

Si bien la administración Trump había sacrificado el statu quo en Medio Oriente, tenía claridad de que era necesario un eje internacional contra China en alianza con Rusia e India, lo que es lo estratégicamente más razonable, pero el liberal-globalismo demócrata y el Estado profundo insisten en un camino hacia el abismo y la oscuridad, cuya primera víctima es la Unión Europea, que en paz descanse.