Doctrina social de la Iglesia Católica
El papa Pío XII, en su discurso a las Nieblas de París y Cuaresma de Roma el 23 de febrero de 1944, advertía ante algunas doctrinas y tendencias nuevas y peligrosas, que encontraban favor y seguidores entre bastantes jóvenes que profesaban ser católicos, diciéndoles que la iglesia universal tenía su propia doctrina social, elaborada desde los primeros siglos hasta la actualidad.
Especialmente, el papa Pío XII predicó a la comunidad de fieles que no debía dudar en poner en práctica con resolución y valentía los principios de la doctrina social de la Iglesia Católica, y debía saber defenderlos y propagarlos. Junto con ello, señaló firmemente que a ningún creyente se le debía dar "motivo u oportunidad de recurrir a otros maestros de fe dudosa y de falsa ciencia y de buscar en otra parte lo que la iglesia ofrece abundantemente: el campo, el plan, el orden, el ejemplo de la actividad social y cristiana, la caridad para la salvación del género humano de su profunda miseria y para su renovación en el espíritu y fuerza de Jesucristo".
Este mensaje de Pío XII confirmaba la encíclica "Rerum Novarum" del papa León XIII y la encíclica "Pascendi Dominici gregis" del papa Pío X contra la amenaza del modernismo como síntesis de todas las herejías.
El dogma evangélico que fundamenta la doctrina social de la Iglesia Católica no evoluciona, sino que es permanente y eterno, por lo tanto, cualquier intento por ajustar el dogma al mundo es dejar entrar los humos del demonio. En este sentido, se llama a la convicción de todos los cristianos a ser perseverantes en la acción social inspirada en las sagradas escrituras.
En la actualidad vemos con preocupación que muchos que se hacen llamar demócratas cristianos, humanistas cristianos o socialcristianos han caído en el discurso del mundo, contradiciendo el mensaje de la única y verdadera doctrina social, lo que obliga a un nuevo llamado por la lealtad con Jesucristo y su iglesia.
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