La cara más egoísta del Transantiago

Leopoldo Pérez

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En un año negro para la economía, donde se han profundizado los problemas en Salud, Seguridad y Empleo, se anuncian recursos por US$ 715 millones para el Transantiago, consagrado como la peor política pública de nuestro país en el siglo XXI.

Estas platas corresponden a parte de un tercer subsidio, creado en la administración de la Presidenta Bachelet, y que fue aprobado en 2015 con votos de la Nueva Mayoría ante el fuerte rechazo que manifesté durante la votación.

Pese a la millonaria inyección de recursos, el Transantiago no muestra grandes cambios: los paraderos están en mal estado, se observa un aumento en los tiempos de espera y existe falta de seguridad para conductores y usuarios. A ello se suma la evasión, donde hoy uno de cada tres pasajeros, simplemente, se niega a pagar el pasaje.

Estamos frente a un grave problema de gestión y que da para pensar otros escenarios donde se podría utilizar el dinero de mejor manera y con resultados a la vista.

Con los US$ 715 millones de subsidio alcanza para construir dos nuevos hospitales Sótero del Río en Puente Alto, proyecto que el Gobierno mantiene paralizado gracias a los llamados “ideologismos de café”. De hecho con apenas uno, estaríamos generando salud digna y de calidad para casi dos millones de vecinos de la zona suroriente de Santiago.

Por otro lado, el subsidio de 2017 no destina un sólo peso para rebajar el pasaje de bus a los adultos mayores, una medida completamente viable y que vengo solicitando hace años.

Ante la indolencia del Gobierno por mantener un saco roto en vez de ayudar a quienes más lo necesitan, como parlamentario realizaré una fuerte fiscalización para que los recursos sean usados en mejorar la calidad del servicio y devolver la dignidad al transporte público.

Pero mi compromiso va mucho más allá, porque continuaré levantando la voz frente la cara egoísta del Transantiago, esa esquiva y mezquina que se niega a dar un significativo alivio a nuestros adultos mayores, quienes viven con bajas pensiones y merecen al menos un último reconocimiento a toda una vida de trabajo y esfuerzo.