La semana del 5 de mayo de este año ocurrió el fenómeno de las auroras australes, muy al norte, llegando incluso a ser vistas en sectores de Chiloé. Si bien el año pasado se había predicho que la alta actividad solar en este ciclo podría desencadenar estos fenómenos(1), seguramente verlo en primera persona debe haber sido un fenómeno alucinante. Pido las disculpas a los expertos por la liviandad y mi limitada visión con la que intento tratar el tema, pero, dada su belleza y rol en la vida, es un tema que no puedo dejar tratar. Este fenómeno, en términos simples, es una compleja interacción entre materia y energía, materia eyectada por nuestro sol y energía liberada cuando interacciona con la Tierra(2)(3)(4)(5).
La materia es eyectada por el sol en forma de partículas cargadas, las cuales se generan producto de los mismos fenómenos que lo hacen ser una brillante estrella. Su gran cantidad de masa, la cual es el 99.8% de toda la materia del Sistema Solar, deforma el espacio generando una fuerza de gravedad increíble, la cual tiende a condensar la materia hacia el centro del sol. La compresión de los gases por la gravedad, con una presión que equivale a 260 mil millones de veces la presión atmosférica en la superficie de la Tierra, tiende a generar el colapso de la materia, induciendo con esto la ocurrencia de procesos de fusión nuclear a partir del hidrogeno, para generar energía y átomos de helio(6)(7)(8). La fusión genera suficiente energía, capaz de contraponerse al proceso de colapso de la estrella, e impulsando materia y energía a la superficie del sol. El juego de contracción por gravedad, pero distención por la energía de fusión, genera partículas cargadas electrones y protones, además de las radiaciones electromagnéticas y fotones. Del total de masa impulsada a la superficie, una pequeñísima cantidad de la materia son partículas generadas en la fusión que puede evadir la gravedad solar y ser eyectadas al espacio, lo cual ocurre de forma constante y se denomina viento solar(9)(10). Esta masa solar eyectada es despreciable y no hace que el astro rey pierda tamaño, sin embargo, genera una estructura que incluye y rodea al Sistema Solar y se denomina heliosfera. Esta burbuja, con forma de croissant, cubre completamente al sistema, y su principal efecto descrito es desviar y por ende proteger al Sistema Solar de otras fuentes energéticas como la radiación cósmica(11).
A veces, la expulsión de masa desde el sol es un poco mayor y más violenta y se generan las llamaradas o erupciones solares. Esta materia eyectada es recibida por todos los planetas y componentes del sistema solar, incluyendo nuestro tercer planeta. La Tierra transforma estas tormentas solares en tormentas geomagnéticas, limitando de forma no consiente o "ligado a divinidades", el efecto en la atmosfera terrestre. Este mecanismo de mitigación del impacto de las llamaradas solares se debe a la existencia de un robusto campo magnético o magnetosfera(12), la cual interacciona con las partículas cargadas, repeliendo la mayor parte de ellas, y las que no se puede repeler se mueven hacia los polos terrestres, con el flujo del campo magnético. Es en los polos donde las partículas pueden llegar a penetrar la magnetosfera y aquí son los gases de la atmosfera -oxígeno y/o nitrógeno- los que absorben la energía, la cual, al interaccionar con estos en las capas superiores de la atmosfera, generan finalmente y transforman esta energía por la excitación de los electrones, los cuales al volver a su estado basal liberan energía y fotones en una longitud de onda específica, lo observamos en el espectro visible como color(13).
Dependiendo de las condiciones, las llamaradas solares son dadoras de vida, dado que incluso en una tierra primitiva podrían haber sido la energía necesaria para la formación de moléculas orgánicas "simples", a partir de carbono inorgánico y otras moléculas(14). También las llamaradas solares pueden ser destructivas, barriendo atmosferas de planetas con magnetósfera débil, como Marte, lo cual hipotéticamente imposibilitaría el desarrollo de la vida, limitaría la evolución de esta o incluso de haber existido, podría haber llevado a su extinción(15). Digo hipotéticamente porque no se ha demostrado aun la ausencia de la vida microscópica en el planeta rojo. En las condiciones actuales de nuestro planeta, una llamarada potente podría afectarnos, como lo ocurrió en 1859, en el llamado evento Carrington. Este evento, cuyo efecto visible fueron auroras boreales tan al sur como en La Habana, Cuba; y auroras australes tan al norte como Santiago, generó problemas graves en el incipiente tendido eléctrico y telégrafo. Con esto en mente, no es difícil imaginar lo que sucedería con un evento similar en nuestros días(16)(17), donde nuestra dependencia de la tecnología es claramente mucho mayor que en el siglo XIX.
Si bien las auroras son un espectáculo digno de admirar, estas son una consecuencia de las llamaradas solares, las que, en casos extremos o ausencia de protección, podrían generar daños graves a nuestra civilización. Algunos comportamientos humanos también pueden generar problemas graves en la civilización, como declaraciones odiosas y destempladas, generando odio a mansalva, y pudiendo llevar a la población a reacciones indebidas o injustificadas contra grupos o minorías. Algunas de este tipo de declaraciones se vieron concentradas en la reunión convocada por Vox en España, de la cual participaron representantes locales ultraderechistas(18). Las declaraciones no solo generaron conflictos internacionales, como lo que logró Milei con España, sino también pueden generar conflictos locales. A la fecha, por ejemplo, algunos sectores han disfrazado un discurso contra el narcotráfico y la violencia, vistiéndolos de auroras, con un trasfondo ligado a clasismo y que muestra a los derechos humanos como algo malo, y en esta línea responsabilizando a la izquierda y la comunidad internacional, por el tener que adherirse a este comportamiento ético. Esto es peor aún, dado que sus planteamientos no son más que una aurora, y no busca resolver realmente la base de los problemas o las llamaradas solares(19). El uso de estas auroras, han sido nefastos para la humanidad, por si lo olvidan, un político de apellido alemán, cimento su popularidad a base de estas auroras de racismo y anticomunismo, mostrándose salvador por tomar los problemas y ponerles un responsable, todo esto desde una posición de superioridad moral, lo que además sumado a un gobierno incapaz de resolver problemas, le permitió hacerse del poder. Por cierto, me refiero a Alemania en los 1920-30(20).
Esperemos que, pese a los ofertones y el poco avance logrado en estos años, Chile se mantenga a raya de caer en el juego del populismo de la ultraderecha, así como nuestra magnetosfera nos defiende de los efectos más nocivos de las llamaradas solares. Porque parafraseando al Sr. Spock, un viajero interespacial vulcano, "sin seguidores, el mal no podría propagarse"(21).
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(12) Magnetosfera
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