En días recientes, Christopher Pissarides, Premio Nobel de Economía 2010, advirtió su preocupación -en una entrevista recogida por Bloomberg- por los jóvenes que estudian disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), sugiriendo que la evolución de la inteligencia artificial (IA) podría hacer redundantes ciertas habilidades técnicas. Sin embargo, considero necesario adoptar una visión más matizada y prospectiva sobre este tema, especialmente en el contexto chileno.
Primero, es fundamental reconocer la importancia creciente de las disciplinas STEM en nuestro país. Según datos de 2022, la matrícula en programas STEM ha tenido un crecimiento sostenido, llegando a 327.625, representando el 27% del total de estudiantes de pregrado. Este crecimiento constante refleja una tendencia global hacia una economía y sociedad más tecnificadas, donde las habilidades en ciencia y tecnología son cada vez más valoradas.
A pesar de este contexto, es cierto que la IA está remodelando el panorama laboral. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que, si bien la IA automatizará ciertas tareas, generará más empleo del que destruirá, desplazando trabajos más que eliminándolos completamente. En este contexto, las habilidades desarrolladas en los campos STEM son indispensables para guiar y optimizar el uso de la IA, no sólo en la creación y supervisión de estas tecnologías, sino también en la garantía de su implementación ética y socialmente responsable.
Además, la IA y las STEM no se excluyen mutuamente, sino que se complementan. La IA puede amplificar el potencial humano en estas áreas, permitiendo avances significativos en campos como la medicina y la astronomía. Los profesionales de STEM liderarán este avance, utilizando la IA como una herramienta para impulsar la innovación y el conocimiento. Otro aspecto crucial es la brecha de género en STEM, con sólo 24,3% de participación femenina en Chile.
La IA y la tecnología en general ofrecen una oportunidad única para abordar esta disparidad, creando nuevos roles y perspectivas que pueden ser más inclusivas y atractivas para las mujeres.
Lejos de desaconsejar a los jóvenes estudiar disciplinas STEM, deberíamos animarlos a abrazar estas áreas con una visión crítica y creativa. La IA no es una amenaza para las STEM, sino un catalizador que puede llevar estas disciplinas a nuevos horizontes de innovación y descubrimiento. Como sociedad, debemos fomentar una educación STEM robusta, complementada con habilidades en humanidades y artes, preparando a las generaciones futuras para un mundo donde la tecnología y la humanidad coexisten y se potencian mutuamente.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado