Sin acto de promulgación, sin luces, ni aplausos, el pasado 13 de agosto se promulgó la ley que creó el ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, lo anterior con una coherencia brutal al lugar que el Estado le ha entregado por décadas.
La generación de conocimiento nunca ha sido muy relevante, con el presupuesto más bajo destinado a Ciencia entre los países de la OCDE (0,38% del PIB), una brecha de género gigantesca, problemáticas constantes asociadas al financiamiento de becarios Conicyt y la no determinación de una política pública a largo plazo, evidencian un apoyo franciscano al desarrollo científico en nuestro país.
Inevitablemente, lo macro también se refleja en el espacio local, por lo que las comunas de Chile no estamos ajenos a este panorama. Ni en Cerro Navia, ni en ninguna otra comuna del país, la ciencia puede ser solamente un contenido más dentro de las aulas de clases (en el mejor de los casos ha sido así por generaciones).
A nuestro juicio, es un elemento de extraordinario valor que si lo desarrollamos con creatividad, es una oportunidad para ir generando pensamiento crítico en nuestros niños y niñas, además de apoyar la formación del pensamiento lógico a través de la resolución de problemas concretos, contribuyendo en una de las competencias más requeridas en el ámbito laboral, buscar/encontrar soluciones.
Una comuna como la nuestra, que tiene serios problemas sociales, culturales y medioambientales, debe buscar no solo respuestas inmediatas a los efectos o expresiones de los males que enfrentamos, debemos entender la profundidad de los fenómenos y buscar soluciones que afronten las causas. Así, implementar nuevas formas de acercar la ciencia a los niños, niñas y jóvenes, permitirá contribuir de forma sustantiva a generar una masa crítica que Chile necesita para resolver problemas urgentes que incluso llegan a tener una escala planetaria como el acceso al agua, el aumento de la contaminación, las catástrofes naturales, la aparición de superbacterias o la brecha entre el nivel de vida de ricos y pobres que sigue aumentando.
Estos son ejemplos de distintas materias que en los próximos decenios pondrán en entredicho la subsistencia de la humanidad (alarmismo aparte), por tanto, fomentar estas habilidades es una urgencia.
Necesitamos que nuestros jóvenes vecinos puedan primero maravillarse, para después aproximarse o incluso llegar a conocer alguna de las múltiples disciplinas científicas. Hoy es prácticamente un área al que solo una pequeña élite puede dedicarse, considerando los bajos presupuestos y financiamiento que tiene esta materia.
El pasado fin de semana desarrollamos la Primera Feria Científica Territorial en nuestra comuna junto a la Universidad de Santiago y el Planetario, buscando llevar la ciencia a los territorios, entregando nuevos vínculos en torno a la formación científica y sacándola de los espacios formales, acciones como esta contribuyen de forma excepcional al propósito señalado.
Hoy enfrentamos un momento crucial, si queremos tener una oportunidad al menos, debemos apostar a generar ciudadanos conscientes y vinculados a la ciencia, a la generación del saber, los distintos actores debemos coordinar nuestros esfuerzos para acercar el conocimiento y democratizar tanto su acceso, como su desarrollo. El futuro de cada comuna y de la humanidad depende de aquello.
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