Impuesto rosa, no solo nos pagan menos, nos cobran más

Paula Poblete

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Sabíamos del impuesto rosa por estudios realizados en otros países. Hoy en Chile podemos dejar de especular y tener evidencia científica. El SERNAC, comparando 224 pares de productos, encontró que en un 22% de ellos hay diferencias de precios asociadas a su identificación de género.

En promedio, se cobra un 30% más en los productos “para mujeres”. Inaceptable. Ya tenemos que soportar que nos paguen un 30% menos y ahora sabemos que nos cobran un 30% más. 

Al revés de lo que podría argumentarse en el caso de las remuneraciones - costos de contratación distintos debido principalmente a las responsabilidades familiares consignadas en el Código Laboral - una tarificación debida exclusivamente al género es una discriminación arbitraria. ¿O pintar de rosado un coche de guagua es más caro? 

En aquellos casos donde no hay justificación asociable a los costos, la razón para la diferencia está en el libre mercado: aprovechándose del juego de la oferta y la demanda que establece el precio, el o la oferente se queda con el máximo del excedente del consumidor/a. Le cobra lo que más puede en función de su disposición a pagar.

Los cálculos del SERNAC nos llaman, a quienes consumimos estos productos, a ser más conscientes y estar más alertas y a las empresas a no utilizar los estereotipos de género para abusar. 

Es brutal que la categoría con más productos con precios diferenciados por género sea el de los artículos para bebés, juguetes y accesorios.

Desde ComunidadMujer ponemos el foco en una mirada de trayectoria de vida sobre las brechas de género y hemos recalcado lo imprescindible que es erradicar los estereotipos en la primera infancia, pues es ahí, al principio de la vida, donde se trazan caminos distintos para hombres y mujeres. Estos resultados sobre los precios de estos productos son una pésima señal. 

Hay dos maneras efectivas de regular este asunto. Una, erradicar la idea de que un color es propio de un género, y otra, es que las consumidoras no estemos dispuestas a pagar más por un producto que no vale más.

Para que el mercado juegue a favor de las y los consumidores es necesario cotizar y no comprar en lugares que sean más caros o que entreguen un mal servicio. Hay que recordar que “se premia con la compra”.