¿A dónde va la educación?

Ana María Bravo Castro

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Nuestro país ha avanzado en la cobertura de los diferentes niveles de educación -preescolar, básico, medio y superior-, gracias a la inversión que realiza el Estado, destinando 5,9% de su Producto Interno Bruto (PIB) a esta área, lo que lo ubica como el quinto país que más invierte en este ítem en relación con el tamaño de su economía. Esto es mayor que el promedio de los países de la OCDE, que es de 4,9%, lo que se puede evidenciar en matrículas y cobertura, demostrando que las y los chilenos tenemos más educación que antes.

Lamentablemente cantidad no es sinónimo de calidad, si vemos los resultados de las pruebas PISA, Chile obtuvo 448 puntos en la prueba de lectura, lo que lo ubica en la medianía de la tabla y por debajo del promedio de la OCDE. En matemáticas, Chile obtuvo 412 puntos, lo que lo ubica en el puesto 52 de 81 países en Latinoamérica, en ciencias obtuvimos 444 puntos, resultado que se mantienen desde 2006.

En la prueba PISA, Singapur obtuvo la puntuación más alta en las tres áreas de evaluación. Los países asiáticos y europeos son los que obtienen los mejores resultados, mientras que los países de Latinoamérica se encuentran en la segunda mitad de la tabla.

Sin duda que tenemos grandes desafíos en esta materia, que tienen que ver con el devenir de nuestra sociedad, desde lo económico hasta lo social, tomando en cuenta que en la calidad de la educación aún existen brechas económicas internas, entre establecimientos públicos y privados, siendo una arista importantísima la nivelación de una cancha desde los niveles tempranos.

Es así como la problemática de la educación no solo responde a una cartera, sino que se convierte en un tema que debe abordar desde otros ministerios, con otras garantías, sobre todo para los sectores más vulnerables, como por ejemplo un sistema de cuidados que responda a las necesidades de quienes son padres y que permitan que las y los niños puedan asistir desde temprano a una educación con propósito y que brinde las herramientas necesarias para su desarrollo.